25 - Esperanza

1.9K 160 45
                                    

» 3 de diciembre de 2018

Y no, el mensaje de Gonzalo nunca llegó. Lo peor de todo es que sé que lo leyó, porque seguía entrando a Whatsapp. Simplemente me había ignorado.

En estos últimos días, con los únicos que hablo son mis cigarrillos. Al sentimiento de fracaso se le agrega otro, el de locura. No tengo absolutamente a nadie para hablar. Nunca antes me había sentido tan sola. El departamento parece tan grande sin nadie más que lo llene. Está todo tan silencioso que a veces tengo que prender el televisor y poner el volumen al máximo para que me haga algo de compañía, pero no llena nada. 

Lo que más me molesta de todo esto es que justo cuando comencé a darme cuenta de que estaba verdaderamente enamorada de Gonzalo, se arruina todo. Y no quiero que viva pensando que nunca sentí nada por el, quiero que me escuche al menos para poder tomar una decisión fundada. Si, después de decirle todo, sigue en su postura de no querer volver a verme, lo voy a entender, por más que me duela.

Entre mis cosas encuentro la credencial que me había traído Pala para entrar a la práctica de hoy. La última en Buenos Aires antes de que los chicos viajen a Madrid. También veo que el pasaje de avión y la entrada al Bernabéu están sobre mi mesa. Estoy segura de que Gonzalo estuvo en casa, no hay otra explicación, pero por momentos siento que todo esto es un sueño. Ojalá lo fuera. Lo único que quiero es que se termine todo.

Tengo que ir al entrenamiento. Es mi última oportunidad para verlo antes de su viaje, y sé que quizás después tampoco pueda encontrarme con él. Todo es un desastre, lo único que me queda es vestirme rápido y tratar de llegar temprano al Monumental. Si me ignora o pide que me saquen, me mato.

Apenas termino de atarme las zapatillas y salgo casi corriendo. El puto ascensor tarda ochenta años en venir. Pareciera que mis vecinos juegan con esta mierda.

Tengo que tomar un colectivo para ir al Monumental porque no tengo efectivo para pagar un taxi. Mientras estoy en la parada, siento que vibra mi celular y me esfuerzo muchísimo por contenerme para no estrellarlo contra el suelo cuando leo el mensaje que me llegó.

Arturo

Te extraño eu - 10:26 a.m.
Avisame cuando andes por acá y nos vemos - 10:27 a.m.

Dudo un poco, pero al final me decido y lo termino bloqueando. No lo necesito en mi vida. Lo único que logra cada vez que se me aparece es causarme más y más problemas. Ya se terminó. Ya no quiero nada con él. Se va a quedar para siempre en mi historia como el error más grande que cometí. Claro que es muy probable que lo cruce cuando vaya a casa a ver a mi familia, pero ya se me va a ocurrir algo para ese momento. Por ahora, lo único que quiero es evitar seguir recibiendo más mensajes suyos.

El viaje al Monumental en colectivo es largo y tedioso. Hace bastante calor pero por suerte me toca un colectivo con aire acondicionado. Tengo que caminar unas cuadras más y ya estoy en la puerta del estadio. Lo demás es igual que siempre: mostrar mi credencial, someterme al cacheo, mostrar mi documento y evitar que me reconozcan los guardias de seguridad.

Siento un cosquilleo en el estómago, una sensación horrible de ansiedad, como si quisiera salir corriendo de ahí. Este es el terreno de Gonzalo y de todo el resto del equipo. Me siento como una invasora, como si supiera que al salir a la cancha y verme, se molestaría y pediría que me saquen de acá. Sé que eso no va a pasar, o al menos es lo que espero. Pero estoy más que convencida que cuando todos me vean, algo les voy a causar, ya sea rechazo, vergüenza, enojo, todos sentimientos negativos. Decido quedarme y ver qué pasa. 

No hay tanta gente esta vez. Quizás solo diez personas y a varios ya los conozco. Mientras espero que comience el entrenamiento, me acomodo en mi asiento y juego con mi celular hasta que siento a alguien acercarse a mí. Es Romina. Ella pasa frente a mí y se sienta a mi derecha a dos asientos de distancia.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now