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GONZALO

A pesar de que alrededor de la pileta del hotel había muchísima gente, adentro no había casi nadie. Solo algunos chicos, entre ellos mis sobrinos, que jugaban en el agua en la parte menos profunda. El resto de las personas tomaban sol en las reposeras, pero el lugar era tan grande que nadie molestaba a nadie y había mucho espacio para todos.

Mi hermana, Karina, Elena y yo estábamos sentados en el borde, con las piernas metidas en el agua, controlando que los chicos no terminen ahogándose, y conversando de boludeces. Karina particularmente casi no hablaba, pero Elena y mi hermana sí, y eso me encantaba, ya que lo que más quería era que se llevaran bien.

En un momento, mis sobrinos se acercaron corriendo y preguntaron de qué estábamos hablando. 

—Temas de adultos —les respondió mi hermana y les hizo un gesto para que sigan jugando.

—¿Del casamiento del tío Gonza? —preguntó uno.

—¿Ya le pediste casamiento a la tía Elena? —agregó el otro, colgándose de mis piernas, y supe, por la temperatura de mi cara, que me había puesto re colorado.

Elena me miró confundida, con una pequeña sonrisa dibujándose en su cara.

—¿Se van a casar? —preguntaron Jacqui y Kari al unísono.

Yo negué con la cabeza, pero no quería hacerle quedar mal a Elena.

—Estos dos boludos pensaron que sí porque hoy les dije que dejaran dormir a la "tía", por eso...

Jacqui largó una carcajada y les dijo a sus hijos:

—Son terribles ustedes dos.

—Igual no quita que en algún momento nos casemos —finalicé y sentí la cabeza de Elena apoyarse en mi hombro, pero antes de mirarla, las palabras de Karina interrumpieron.

—¿No les parece muy pronto? 

La sonrisa de Elena desapareció, y a mí me pareció un comentario medio de vieja metiche, pero no le pude responder, porque mi novia se apuró a decir:

—¿Qué tiene?

Cerré mis ojos y respiré profundo, sabiendo la que se venía.

—Nada, pero para mí deberían conocerse más. Imagínense casarse y separarse a los tres días porque no se bancan.

—No tiene nada que ver. Hay parejas que con pocos meses de noviazgo se casan y duran un montón, y hay otras que después de mil años de noviazgo se casan y se separan a los dos meses. 

—Igual, ¿para qué casarse, no? Es un papelucho nomás.

—Kari... —quiso decir mi hermana, pero la voz de Elena la tapó.

—No es un papelucho, implica un compromiso. No sé, a mí me gustaría casarme, no quiero vivir un noviazgo eterno.

—El papel no te asegura nada. El compromiso viene de adentro. Fijate que hay gente que nunca lo asume y va por la vida metiendo cuernos a lo loco.

Ese último comentario nos cayó a todos como una bomba. Yo sabía bien a lo que se refería y tenía ganas de matarla por soltarlo así tan a la ligera. Jacqui no entendía nada, lo tomaba como una conversación inocente, pero Elena se rio, dándose cuenta de que Karina lo había dicho a propósito. Sin embargo, no le respondió nada, solo la miró fijo en silencio durante unos segundos que parecieron una eternidad, y después se dirigió a mí.

—Me voy a nadar un poco. Acá ya hace mucho calor.

Y como si tuviera que marcar territorio, me metió un beso increíble que me subió la temperatura al instante, y se había asegurado de que la otra estuviera mirando. En lo único que me dejó pensando cuando se fue era en repetir ese beso, pero no me podía levantar rápido porque tenía que esperar a que baje la erección. Además de que temía que si me iba con ella comenzáramos a discutir por el momento incómodo de recién. 

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now