13 - Ignorado

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» 5 de noviembre de 2018

GONZALO

Era la primera vez que entraba a su departamento y ella no estaba. Todo surgió con un mensaje de Pala diciéndome que esa tarde iríamos a visitar a Romina y a Elena y después saldríamos a cenar todos juntos. Sí, Pala solía organizarme la vida. Igual, no me molestaba. Era nuestro día libre y lo que más quería era volver a ver a Elena después de lo del Sábado.

Las cosas habían mejorado mucho entre nosotros, aunque recién habían pasado dos días de la noche en la que dormimos juntos. No había dejado de pensar en ella desde el momento en el que la dejé en su casa el Domingo al mediodía. No podía parar de recordar la sensación de tener su cuerpo debajo del mío. El aroma y el calor de su piel me estremecían cada vez que regresaban a mi mente.

Pala no sabía nada de esto, y yo no quería contárselo. Elena me había pedido que mantengamos el secreto, y estaba dispuesto a hacerlo. Era preferible que las cosas quedaran así. Cuando una relación está recién empezando hay que cuidarla, y eso incluye mantenerla privada, más aún cuando uno de los dos es una figura pública. ¿Relación? Bueno, no sé. Lo que teníamos con Elena no era una relación. La verdad, no sabía qué era, pero no quería que dejáramos de serlo.

Necesitaba volver a verla. Necesitaba ver su reacción al encontrarnos otra vez después de la línea que ya habíamos cruzado. Lo del fin de semana había sido increíble y no podía esperar a repetir esa noche. Quería más.

Por momentos quería apretar un botón y regresar a esa noche. Tenerla otra vez en mi auto, besarla y llevarla al departamento, sentir sus besos en mi cuello, ese juego previo en el que ambos sabemos lo que va a pasar pero ninguno de los dos se anima a ir tan rápido. Me encantaba esa versión de Elena que se atrevía a besarme y tocarme sin pensar en las consecuencias. 

No podía esperar a volver a tenerla en mi cama, y la sola idea de imaginarla desnuda y gimiendo mi nombre como esa noche me ponía como loco. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no estaba en su departamento?

— Elena salió temprano, debe estar por volver —dijo Romina como si hubiese leído mis pensamientos mientras nos traía una taza de café a cada uno.

Eran las seis de la tarde y el sol estaba fuertísimo, pero Exe le había aceptado el café, y yo no quería hacerme el exquisito, así que lo acepté también.

Mi amigo le conversaba sobre cosas de los partidos anteriores, pero se notaba que a Romina no le importaba en lo más mínimo. Yo revisaba mis mensajes y redes. Le había escrito a Elena esa mañana, tuvimos una conversación corta, pero su última vez había sido a las dos de la tarde y eso me ponía un poco nervioso. Ella vivía con el celular en la mano, era raro que no lo hubiera chequeado en tanto tiempo.

Pasó más o menos media hora hasta que escuchamos las llaves de Elena intentando abrir la puerta. Inmediatamente mi cuerpo tembló y sentí un fuerte dolor en el estómago por los nervios. Al fin estaba acá.

Pero cuando la vimos entrar, los tres nos alarmamos. Elena estaba llorando.

Tenía el delineador corrido y los ojos colorados e hinchados, al igual que su nariz, que chorreaba algunos mocos. Una imagen muy poco sexy, pero aún así, para mí estaba hermosa. 

— Amiga, ¿qué pasó? —le preguntó preocupada Romina.

Ella paró en seco cuando nos vio ahí. Nos miró a mí y a Pala como si fuéramos dos extraños. Claramente no esperaba que estuviéramos "invadiendo" su departamento. Secándose las lágrimas de los ojos respondió que no le había pasado nada, pero Romina siguió insistiendo.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now