16 - Es sólo una ecografía

2.1K 123 19
                                    

15/03/2019

—Perdón, Lena, no te estoy escuchando.

Ya me había dado cuenta. Desde que llegué Romina se pasó pegada a la pantalla de su notebook sin darme ni cinco de pelota. Todo lo que le había contado sobre el fin de semana le había entrado por un oído y salido por el otro, y ahora mis palabras volaban por el aire como si no le importara a nadie lo que acababa de decir.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto sentándome junto a ella, pero rápidamente minimiza una ventana y abre un supuesto trabajo en Word.

—Nada, tengo que entregarle estos informes a mi jefe —contesta nerviosa, y si no la conociera me lo habría tragado.

—Dame eso —digo agarrando el mouse y volviendo a abrir la ventana que ella había cerrado.

Miles de pestañas con el mismo título. Exequiel Palacios.

—¿Es en serio Romi? Pensé que ya lo habías superado.

—Yo también —responde frotándose los ojos con frustración—. Pensé que sí pero hago esto casi todos los días. ¿Cómo hago para sacármelo de la cabeza, Elena?

—¿Por qué no lo llamás? Quizás él siente lo mismo y ninguno de los dos se anima a buscar al otro.

—Me estuvo escribiendo durante varios días, pero yo me hice la difícil y se ve que se cansó. No quiero quedar como una histérica ahora.

Pongo mis ojos en blanco y suspiro para luego decir:

—Romina, salieron durante meses. Ya te conoce, ya sabe que sos una histérica. Dale, escribile.

—¿Y si está con alguien más? —me pregunta y es la primera vez que me mira. Sus ojos están llenos de miedo, como si fuera que la vida se terminase si Exequiel estuviera con alguien más.

Me pongo en su lugar y la entiendo. A esta altura de la vida todos sabemos que no es nada fácil relacionarse con otra persona.

— Si está con alguien más es mejor que lo sepas cuanto antes así podés volver a darme bola cuando te cuento mis cosas.

Ella se ríe en silencio y me toma la mano.

—Perdón. Sé que este fin de semana fue importante para vos.

Soltándome de su agarre, estiro el brazo para tomar su celular que está en el otro extremo de la mesa y se lo dejo a un costado.

—Si querés me voy —le digo al notar como le tiemblan las manos mientras escribe el mensaje.

—No, quedate. No quiero fracasar sola.

Mientras esperamos alguna respuesta o señal de vida de Exequiel, Romi me pregunta cómo estoy llevando mi nueva semana de embarazo.

—Tranqui. Ya fui al médico y me mandó a hacerme diez mil análisis esta semana pero por suerte todos salieron bien.

—Menos el psicológico, seguro —se burla—. Tenés suerte de que yo sea la tía de esa criatura. Más te vale elegirme como madrina también.

—No te ilusiones, me parece que la madrina va a ser la hermana de Gonzalo.

—Pero dejate de joder, ella ni siquiera te está acompañando.

—No empieces, Romi. Es la única hermana que tiene. A mí tampoco me copa la idea pero no tengo ganas de pelear.

De repente la mesa vibra a causa de la vibración de un celular. Romi se apresura a agarrar el suyo y ve que tiene un mensaje, pero cuando comprueba que no es de Exequiel, sino de su jefe, se recuesta sobre la mesa, desilusionada.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now