1O - Furia

2.8K 142 29
                                    

» 26 de octubre de 2018

Me dice que vamos a dar un paseo, y con esa excusa logra que suba a su auto. Romina maneja rápido y se mete entre los autos, logrando que clave mis uñas al asiento por reflejo. No suele usarlo mucho pero cuando lo hace, trato de evitar acompañarla por esta razón. Prefiero a los conductores más tranquilos. No soy muy fan de la adrenalina.

Toma Libertador y sube la velocidad. Pensé que era un paseo, no una carrera. Ella maneja como si estuviera llegando tarde a alguna reunión de trabajo. Estaciona en Núñez, en una calle lateral. La verdad es que estoy bastante perdida, no suelo venir por estos lugares. Recién me ubico cuando veo el Monumental frente a nosotras.

No me digas que es lo que creo que es.

— ¿Hoy juega River? —pregunto casi agitada por tratar de seguirle el ritmo.

— No. Hay práctica cerrada. Pero adivina qué...

Deja la duda en suspenso y no se me ocurre nada. No me gustan las adivinanzas. Nunca son lo que creo que son. Nunca acierto.

Me encojo de hombros y la encaro para que prosiga.

— Tenemos pases —dice sacando dos credenciales de su bolsillo. Me pasa la que tiene mi nombre y número de documento.

Todo es tan raro y repentino que no termino de caer.

— No entiendo de qué me hablas —digo aún mirando mi credencial.

— La práctica es cerrada, pero si tenés invitación podés presenciarla. Y nosotras...

De nuevo deja la frase sin terminar.

— Tenemos invitación —finalizo entendiendo todo.

— ¡Tenemos invitación! —grita con emoción.

No comparto ese sentimiento. A decir verdad, en este momento lo único que me seduce es la idea de que me pase un tren por encima, cosa que no va a pasar.

Un hombre de seguridad escanea el código QR de nuestra credencial y nos pide los documentos. ¿Por qué, Señor? ¿Por qué tengo que llevarlo siempre encima? Si lo dejaba en casa podía quedarme afuera del Monumental, pero no, cuando tengo que ser estúpida no lo soy.

Una mujer policía nos cachea, aunque el término correcto sería "nos amasa las tetas". La verdad es que me pone muy incómoda, pero supongo que prefiero que lo haga ella antes que un hombre. Da igual, ya estamos adentro.

— ¿De quien es la invitación? —pregunto mientras caminamos apuradas por el playón. Sobre una de las paredes hay un escudo enorme del equipo y algunas personas sacándose fotos. Pero en sí, el lugar está bastante vacío. Supongo que es porque no se pueden entregar tantas invitaciones.

— De Pala en mi caso. Y de Gonza en el tuyo.

¿De Gonza?

No había hablado con Gonzalo desde el último fin de semana que nos vimos. Él me había escrito dos veces, preguntándome como estaba. Yo me había hecho la difícil y no había contestado nada. Lo único que me interesaba era que cumpliera su promesa de hablar con Exequiel. El resto era conversación banal. Después de eso, no volvió a escribir. Por eso me sorprende que decidiera "invitarme" a esta práctica. Pero más allá de eso, había otra cosa que me incomodaba.

— ¿De Pala? —pregunto sorprendida. Ella no me había comentado nada. Ni si estaban bien, ni si estaban mal.

— Y Gonza —repite, pero sigo sin hacer caso a ese nombre.

— Entonces ¿te reconciliaste con Exequiel?

Ya se me estaba haciendo difícil caminar tan rápido. Tengo que parar un poco a tomar aire. ¿Por qué me comí esa factura en el desayuno?

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora