12 - Fuego

3.1K 163 9
                                    

» 2 de noviembre de 2018

Los labios de Gonzalo se sienten suaves, y yo estoy tan cómoda besándolo que me molesta tener que separarme de él cuando comienza a sonar su celular.

La puta, Gonzalo. ¿Por qué no lo tenés en silencio?

Atiende la llamada y cruza dos palabras con la persona que está del otro lado. Cuando corta me dice:

— Pala va a pasar la noche en tu casa. Dijo que salió todo bien.

Romi siempre tan difícil de convencer.

— Justo lo que necesitaba —respondo poniendo los ojos en blanco. 

— Podés venir conmigo si no querés escucharlos... reconciliarse —propone riendo.

Asiento. Es cierto, no tengo ganas de escucharlos.

Gonzalo toma mi mano cuando bajamos de su auto en dirección al hall de su edificio. No me sorprende, después habernos besado es justificable que lo haga. Saluda al personal de seguridad y, una vez dentro del ascensor, me atrae hacia su cuerpo y me rodea con sus brazos. Al separarnos unos centímetros, alcanza a rozar sus labios contra los míos antes de llegar a su piso.

Ya extrañaba el aroma tan masculino de su departamento, y es lo primero que siento al entrar. Está un poco desordenado, como si hubiera salido a las apuradas. Hay algo de ropa tirada. No me importa.

Deja las llaves sobre la mesa y me pregunta si quiero tomar algo. Niego. Ya es tarde, lo único que quiero es dormir, pero no se lo digo. Él acorta la distancia entre nosotros. Se acerca demasiado a mí, y con su cuerpo a tan solo centímetros del mío, pone una mano sobre mi cadera y me mira sonriendo, como si quisiera retomar lo que se interrumpió anteriormente. Por un momento nos mantenemos quietos, mirándonos expectantes. Yo ya sé lo que va a pasar, y algo me dice que él también.

Puedo sentir su nerviosismo, sus manos temblando y su cuerpo vibrando junto al mío. Su mirada me gana, me cautiva, me conquista. Sus labios me seducen, me invitan a más. Paso mis manos por sus brazos, acaricio su piel y él apoya su frente sobre la mía. Puedo sentir su respiración contra mi piel. Él cierra sus ojos y yo entrelazo mis brazos detrás de su cuello, acercándome más a él. Me abraza y comienzo a dejar besos cortos contra su cuello, haciendo que se separe rápidamente.

— No creo que quieras hacer eso —me dice en un hilo de voz.

No me importa a qué se refiere, no pienso contestarle. Sé que, sin importar lo que suceda, no me voy a arrepentir de nada. Y quiero... con Gonzalo Montiel quiero todo.

Me acerco nuevamente y retomo lo que estaba haciendo. Él se muerde el labio y suspira. Me acorrala contra la pared, su cuerpo entero contra el mío, tanto que puedo sentir el calor de su piel.

— ¿Estás segura de esto? —pregunta cerca de mi oído.

Basta Gonzalo, la concha de la lora, no estaría acá si no estuviera segura.

Con un sonido le indico que sí y sigo presionando mis labios contra su cuello. Él deja escapar un suspiro que más se parece a un leve gemido. Siento que se está conteniendo y no es lo que quiero. Quiero que se deje llevar, que explote conmigo.

Me lanzo a su boca y me olvido de los buenos modales en la necesidad de tocarlo y de sentirlo. Su mano me aprieta la nuca y me empuja más hacia él. Su lengua juega contra mis labios y se abre paso hacia el interior de mi boca. Acaricio su rostro y siento la aspereza de su barba. Mi temperatura aumenta aún más. Siento cómo me presiona con fuerza contra la pared, haciéndome sentir su calentura. Se separa de mí para tomar aire y suspira fuertemente. Sus ojos fijos en los míos, no me dejan articular un solo pensamiento.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Donde viven las historias. Descúbrelo ahora