O5 - Excusa

2.9K 163 52
                                    

» 14 de octubre de 2018

La culpa me está matando. Desperté hace más de media hora y todavía no me animo a salir de la pieza de Gonzalo por miedo a encontrarlo afuera, cosa que inevitablemente va a pasar. Me siento demasiado avergonzada por lo que pasó anoche. No tengo idea de qué excusa inventar para quedar bien. ¿Que estaba muy borracha? Bueno, los borrachos siempre dicen la verdad. Y en sus momentos ebrios se animan a hacer lo que no hacen en sus momentos sobrios.

Sus palabras no dejan de sonar en mi cabeza. No quiero que te despiertes mañana y sientas que todo esto fue un error. Un error quizás no, mejor dicho un atrevimiento sin sentido, porque no logré nada más que comprobar que no me tocaría un pelo en mis noches de borrachera. Sí, es bastante, pero quedé más desubicada que chupete en la oreja. 

Jamás pensaría que besar a Gonzalo Montiel es un error.

Anoche casi no dormí, y ahora no puedo dejar de pensar en cómo reaccionaría cuando pase la puerta y me encuentre de frente con él. Quiero evitar ese momento a toda costa pero ya va siendo tiempo de salir. No quiero que piense que estoy muerta.

Antes de enfrentarme a él, paso por el baño para asearme un poco. Mi cara me da asco. Parezco un mapache ebrio. Trato de limpiar la máscara de pestañas y el delineador que me dibujaron unas ojeras enormes, me peino un poco y salgo.

Camino lentamente por el pasillo. Tengo un fuerte dolor de cabeza y la luz del sol que impacta de lleno en mi cara sólo lo empeora. Se siente un fuerte aroma a café en todos los rincones del departamento. De hecho, al llegar a la cocina lo encuentro de espaldas a mí, muy concentrado en su tarea.

— Buen día —saludo tratando de no asustarlo.

— Buen día —responde volteando para verme y me dedica una sonrisa— ¿Cómo dormiste?

—Bien —trato de reprimir un bostezo pero es en vano—, tenés una cama súper cómoda —él asiente, le hago la misma pregunta y me responde que también durmió bien.

—¿Desayunas? Tengo té, café o puedo preparar mate sí querés.

No tomo mate.

—No, gracias. Tomar cosas calientes por la mañana me cae muy pesado.

— Entonces puedo ofrecerte jugo —abre la heladera y hace una pausa—. Tengo de naranja, manzana o ananá.

Me resulta muy tierno verlo así. Tiene la misma ropa de anoche, un look muy de entre casa, y no puedo evitar pensar en que no me molestaría que todas mis mañanas fuesen así. 

— De naranja está bien —respondo, y él me hace una seña para que me siente a la mesa.

Sirve el jugo en un vaso y me lo trae junto con su café que ya está listo. Abre una caja y me dice:

— Mirá, compre facturas. 

— ¿Cuándo? —pregunto sorprendida.

— Hoy, temprano. Me levanté y fui a comprar porque no tenía nada para ofrecerte.

Pienso en decirle que no hacía falta todo esto, pero quizás mi intento de cordialidad se puede confundir con mala onda, y no es mi intención. Lo que sí es seguro es que este chico me sorprende cada vez más. 

— Gracias —pronuncio por lo bajo mientras lo veo tomar su café.

— ¿Por? ¿Por las facturas? No pasa nada, la panadería queda cerca.

Su comentario me hace reír. 

— No, por todo. Por traerme anoche y dejar que me quede, por...

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Donde viven las historias. Descúbrelo ahora