18 - Culpa

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» 17 de noviembre de 2018

— Ah bueeno, hasta vestido te pusiste para venir a verme —me dice Arturo cuando abre la puerta de su habitación. Pensé que me estaría esperando abajo, pero la recepcionista del hotel me dijo que podía pasar sin problemas.

— No me vestí así por vos, tarado —él me hace un lugar y entro. Está todo bastante desordenado, pero es una habitación de hotel normal, con vista a la 9 de julio, sin balcón, solo una ventana grande.

— ¿Cómo estás? —me pregunta abriendo el frigobar— ¿Querés tomar algo? Tengo cerveza o... cerveza.

Cerveza será entonces.

Me pasa un porrón luego de abrirlo con un destapador que tiene como llavero. Se sienta en un sillón largo junto a la cama, yo me recuesto contra la ventana. No sé si es mi cuerpo o el ambiente, pero me estoy acalorando demasiado. Le doy un buen trago a la bebida. Él no me saca los ojos de encima.

— ¿Te vas en avión? —pregunto dando una ojeada por el cuarto. Todavía no armó las valijas.

— Sí, obvio. ¿Vos cuándo tenés pensado ir para allá?

Me encojo de hombros. No tengo ni idea.

— ¿Querés que les mande tus saludos a alguien? 

Niego con la cabeza. Me siento incómoda, no tenía que haber venido.

Él se pone de pie y se acerca a mí, pero mi cuerpo, casi por reflejo, se aleja unos pasos. Busca en su bolsillo y se prende un pucho. Me pregunta si quiero uno. Le digo que sí.

— Uh, la puta —me dice al darse cuenta de que su caja ya está vacía. Entonces me pasa el suyo.

— ¿Estás seguro de que podés fumar acá adentro?

— ¿Vas a ir para las fiestas? —me pregunta ignorando completamente lo anterior.

Le doy una calada al cigarrillo y apunto hacia la ventana para exhalar el humo. 

— Sí, seguramente.

— Buenísimo. Me gustaría volver a verte —admite sacándome el cigarrillo de entre los dedos y llevándoselo a la boca.

Frunzo el ceño y lo encaro por primera vez.

— ¿Para qué?

Él hace una mueca.

— No sé, para verte. Quiero que estemos bien.

Sí, claro.

— ¿Querés que estemos bien? Si el que termina puteándome siempre por todo sos vos. ¿De qué me hablás?

— Uh, que pesada. Está bien, Elena, si querés que admita que te cagué, lo hago. Fue mi culpa y todo eso. ¿Viniste a pasarme factura? Pensé que ya lo habíamos arreglado a esto.

Qué caradura de mierda.

Le doy otro trago a mi botella para bajar la bronca acumulada y pensar qué responderle. No se me ocurre nada que no sea un insulto. Tengo ganas de clavarle un cuchillo en el ojo.

— Igual es la primera vez que lo admitís. Siempre la culpable era yo.

— Fue una vez nomás.

Ah, qué suerte, mirá.

— Ya ni siquiera la veo —finaliza y, luego de pasarme otra vez el cigarrillo, se va a buscar otro porrón para él.

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Where stories live. Discover now