15

2.1K 132 36
                                    

GONZALO

No necesité sentarme a esperar a Karina, porque cuando llegué al bar ella ya estaba ahí, junto a la ventana, con el mentón apoyado sobre su mano, mirando las gotas de lluvia chocar contra el vidrio.

Estaba tan concentrada que tuve que mover una silla para que notara mi presencia.

—¿Todo bien? —me preguntó mientras yo me sentaba frente a ella.

Y no tuve muchas ganas de ocultarle las cosas.

—¿Nunca sentiste que tenías todo un futuro planeado y de repente pasa algo que te cambia el plan por completo?

—Mmm sí, últimamente me vengo sintiendo un poco así. ¿Que pasó? ¿Cortaste con Elena?

—No. Algo peor —respondí y me deje caer sobre mis brazos apoyados en la mesa. Escondí mi cara entre ellos y al instante sentí unas uñas que me rascaban la piel.

—Gonza, no me asustes —me pidió cuando la miré, así que me reincorporé para seguir la conversación como un adulto.

—Elena está embarazada —escupí casi sin pensar.

—¡¿QUÉ?! —gritó ella, haciendo que varias personas nos miraran.

—Shhhh, boluda no quiero que se entere todo el bar.

—¿Cómo que está embarazada? —repitió asombrada, como si fuera algo imposible. Como si Elena fuera estéril—. Y... ¿Y es tuyo?

Me encogí de hombros

—Ella dice que sí.

Karina levantó una ceja y me miró con incredulidad.

—¿Ella dice? ¿Y vos le crees?

—Obvio, Kari. Le tengo que creer.

—No, no tenés que creerle. No seamos tontos, Gonza. Vos y yo sabemos que no sos la única persona con la que estuvo.

—Sí, pero dice que no es de su ex. Que los números no le cierran.

—Ni vos te crees eso —dijo mordiéndose el labio inferior y logró que me sintiera un pelotudo.

—Sí lo creo. Una cosa es que esté asustado y otra muy distinta es no creerle. Estoy re cagado en las patas, pero confío en ella si me dice que es mi hijo. Elena no me mentiría.

Ella bufó, como si estuviera harta, como si yo fuera un cabezadura que no quería ver la realidad.

—Ya te mintió una vez, Gonzalo. No seas tan inocente.

No le respondí, quizás porque lo tomé como una provocación. Entonces hubo un momento de silencio en el que solo se escuchaba un zumbido generalizado de las conversaciones ajenas.

—¿De cuánto está? —me preguntó con sus ojos fijos en sus manos que jugaban con sus anillos.

—No sé... ella tampoco sabe. Me dijo que se había enterado esta semana.

—¿Y qué pensás hacer?

—Me voy a hacer cargo de la criatura, obviamente. Es lo que corresponde, ¿no te parece?

—¿De verdad? —me preguntó sorprendida—. Gonzalo no lo podés aceptar como algo que te cae del cielo.

—¿Y qué me queda por hacer?

—Hacete un ADN, boludo.

—¿Estás loca? —esta vez, el sorprendido y el que gritaba era yo— ¿Cómo me voy a hacer un ADN?

» CULPABLE - Gonzalo Montiel « Onde as histórias ganham vida. Descobre agora