Capítulo 2

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- El hombre que se casa te pidió en su despedida, amiga, espera que lo dejes tocar un poco - Dijo Alison, mi mejor amiga, poniendo los ojos en blanco mientras reía.
- Seguirá esperando, ¿Piensas qué dejaría que mi nombre realmente se manche por dejar que alguien toque? Mierda, solo idiota - Aseguré.
- Ya lo sé preciosa, pero ese nenito no te conoce y piensa que vas a ceder por unos cuantos billetes -.
- Por favor, esos riquillos creen que su dinero lo compra todo -.
- Solo dale la mejor noche de su vida y hazle saber que seguirá muriendo por tener el privilegio de tocar lo que solo uno podrá tener -.
- Tú sí sabes, ahora debo irme, el deber me llama -.

Dejé un beso en su mejilla y tomé mis cosas para salir de mi departamento, uno sencillo pero acogedor, una habitación, un baño, un espacio para la sala y una cocina, todo en un mismo piso, era genial y me gustaba, me hacía sentir bien, estaba sola y no debía molestarme por nada que no fuera mío.
Subí a mi pequeño auto, uno que con mucho esfuerzo pude comprar, claro que no nuevo, era solo para poder moverme, salía muy tarde del bar y las personas estaban al acecho, no dudaba que más de uno quisiera saber quién es Pantera.
Comencé a conducir hacia el lugar en el que sería la despedida, afuera vería a las demás chicas, tal parece que sería en un hotel, uno caro, en una suite con alberca incluida, vaya que tenía dinero el pronto casado.
Aparque en el estacionamiento después de mostrar la invitación a la despedida, ya iba vestida así que solo retoque mi maquillaje, me puse el antifaz y ate bien mi gabardina, tomé mi bolso y bajé del auto, era hora.
Entre al living y ahí estaban las demás, cuando llevaba el antifaz todas me llamaban Pantera, lo sabían, nadie debía saber quién era en realidad, al menos para no ser señalada directamente, no hacía nada malo porque al final no había sexo de por medio, pero la gente piensa cosas que no son.

- Pantera, ya me imagino que traes abajo, te ves asombrosa - Mencionó Milagros, una de las bailarinas.

Llevaba el cabello con volumen y rizos, mi maquillaje era cargado, el antifaz dejaba ver mis ojos, verdes, como los de mi padre, no tenía ganas de recordarlo ahora.

- Gracias Mily, me esmeré, estas noches son las mejores pagadas -.
- Ya lo creo, vamos, es hora - Dijo.

Cuando nos dejaron entrar nos guiaron hacia la habitación, digamos que los nervios ya no me acompañaban, sabía a lo que me enfrentaba, no era la primera vez.
Cuando salimos del ascensor fui la última en bajar, así que fue suficiente para que el chico que nos guió, un hombre alto y fuerte, pero con algunas cicatrices en la cara, me interceptara sin que las demás lo notaran.

- Así que la sensual Pantera dará uno de sus shows tan exitantes, espero que después de esto puedas darme un privado muñequita -.

Ay por Dios, este idiota sí que estaba tarado.

- Suéltame, sigue soñando idiota - Respondí.

Él me tenía sujeta del brazo y con su rostro muy cerca del mío, maldito animal, me lastimaba.

- Me gustan las fieras en peligro, te espero preciosa - Dijo burlón.
- Imbécil - Le dije cuando me soltó.

Como tenía ganas de cortarle las bolas.
Acomodé mi ropa y caminé hacia la puerta de la suite, y cuando entré, vaya que el chico quería disfrutar de su última noche como soltero.
Había juguetes sexuales por todas partes, alcohol sin fin, fotos de mujeres desnudas por todas las paredes, pero lo que más llamó mi atención, fue la gran foto mía que se encontraba en el fondo del pequeño escenario con tubos que había para el show.
Los hombres estaban sin camisa, algunos, otros en la alberca, bebiendo, con la música al mil, las luces sin duda hacían lucir todo más... Extravagante, se veía como en el bar, pero más sofisticado.
El chico que nos contrato se me acercó y me habló al oído, no recordaba su nombre.

- Pantera, siempre sorprendiendo, ¿Me recuerdas? - Inquirió.

Yo negué.

- Soy Joel, amigo de Zabdiel, el novio - Me lo señaló.

Él y otro hombre que estaba a su lado me miraban con una sonrisa, yo se las devolví y les guiñe el ojo, ya había entrado en el papel.

- Sabes lo que tienes que hacer, ocupa lo que quieras, estamos a tu servicio - Mencionó.
- Gracias guapo, disfruta - Le dije en el oído para después caminar hacia donde estaban las demás alistándose.
- ¿Todo listo? - Preguntó Mily.
- Sin duda - Dije con una sonrisa.

Todas subimos al escenario, había tres tubos, yo me coloqué en el de en medio aún con la gabardina puesta, Milagros y Kenia en los otros dos, de espaldas, claro, y las otras dos chicas se incaron un poco más al fondo del escenario, sin dejar de verse.
Las luces nos enfocaron, escuché como todos se reunían al rededor de nosotras, hacían bulla y esperaban por el show.
La música comenzó a sonar y con ella mis movimientos, me giré para poder mirar a todos con una sonrisa, me desate lentamente los botones de la gabardina para lanzarla a dónde estaban nuestras cosas y dejarme ver en un conjunto de lencería rojo.
Me dí la vuelta y me agaché para dejar a la vista de todos mi trasero, lentamente volví a subir tocando mis piernas con las yemas de los dedos, recorriendo mi abdomen, mis pechos, hasta introducir dos dedos en mi boca y lamerlos, dejando a todos absortos, mentiría si digo que no me gustaba lo que provocaba en los hombres, aunque no fuera algo que me mantuviera orgullosa.
Caminé hacia donde estaba Zabdiel, justo frente al escenario, roce su barbilla con mi dedo y le guiñe un ojo, me giré y moví el trasero cerca de su rostro, sin llegar a tocarlo, ahora sí, ¿Quería tocar? Seguirá queriendo, le tenía que bastar con disfrutar lo que ve.
Caminé de vuelta a dónde estaba el tubo y comencé a bailar en él.

|Lo dejaría todo| Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora