1. Los que quedaron

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Hermione caminó por los pasillos del colegio con el semblante erguido. Habían pasado 5 años desde que había pisado ese lugar por última vez, cuando aún estaba en ruinas, y regresar había sido todo un desafío, pero aún así se alegraba de estar aquí. Dar clases en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se le había presentado como una oportunidad única e innegable. Había estado esperando el momento de regresar a este lugar, y de repente lo estaba haciendo, del mejor modo posible. Ayudar a las generaciones del momento a ser mejores, le ayudaría a ella a sentir que estaba haciendo algo por todos los que habían padecido en la guerra. 

Habían pasado años desde la guerra, pero aún sentía las consecuencia de está sobre sus huesos. Las pesadillas la despertaban cada tanto, así como los recuerdos de aquellos que había perdido también estaban presentes. 

Daria clase de encantamientos, una de su asignatura favorita, ya que el profesor Flitwick se había retirado el año pasado. Su grupo de los lunes serían los alumnos de último años, y no podía soportar la ansiedad que se estaba formando en su estómago, a pocos pasos de entrar en su salón. 

Dentro los alumnos ya la esperaban, y eran pertenecientes a la casa de Gryffindor y de Slytherin. Hermione pensó que algunas cosas nunca cambiarían. Los colores rojos y amarillos se veían por todos lados, pero por fortuna estaban mezclados. La rivalidad entre casas había desaparecido, o a eso se tendía. 

— Buenos días, alumnos. Bienvenidos al curso de encantamientos — habló una vez dejó sus cosas en el que sería su escritorio. Miró con cariño a los alumnos que serían sus alumnos este año, y no pudo evitar la nostalgia de sus tiempos detrás de esos pupitres — Esperó ayudarlos a superar sus miedos, enseñarles nuevos encantamientos, y por últimos, guiarlos a superar sus exámenes finales.

Varios pares de ojos asustados le devolvieron la mirada. 

— ¿Alguno tiene alguna duda? — Preguntó, dirigiéndose al centro y comenzando a mirar a cada uno de sus alumnos.  

Nadie abrió la boca. Lo que podría ser bueno o malo. 

Hermione asintió. Debía continuar la clase. Comenzar el tema, y ya tenía idea de cómo hacerlo. Había planificado ese día con anticipación. Estaba apuntando a un grueso libro cuando unos golpes en la puerta la hicieron voltearse. 

— Adelante — orientó Hermione, levantando la vista hacia la puerta.

Algunos alumnos aprovecharon el momento para hablar, mientras que otros se mantuvieron en silencio. 

Minerva McGonagall, la actual directora del Colegio, entró con su habitual paso elegante. En ese instante todos hicieron el más absoluto silencio. 

 — Profesora Granger, ¿sería tan amable de acompañarme fuera un segundo? Estoy segura de que los alumnos se mantendrán tranquilos — les dedico a estos una mirada intensa que ellos desviaron o asintieron con fervor. 

— Claro — afirmó Hermione, con un nudo en la garganta. No era posible hacer algo mal el primer día de clase. Merlín quiera que no. 

Siguió a McGonagall fuera, hasta que se detuvo justo antes de una esquina. 

— Tendrá un nuevo alumno en clase, si está dispuesta a aceptarlo, claro — comenzó la mujer, sin rodeos, pero terminó con tono de disculpa. Hermione arrugó su semblante. ¿Una admisión de último momento? ¿Qué significaba eso? 

Prisionero  #6390 {Dramione} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora