Prisionero #6390 {Dramione} TERMINADA

49. La mansión Malfoy

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La mansión Malfoy

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Neville estaba en su escritorio, la cabeza prácticamente enterrada en los pergaminos que tenía que revisar y firmar. De todos modos, no podía decir que odiaba la parte burocrática de su trabajo, sentía que eso era lo que le daba vida a todo lo demás y mantenía el orden del lugar. Podía pasar horas revisando y recopilando datos, asegurándose de que todo estaba hecho y bien hecho. Era gratificante al final del día, pero podía pasar más de un día en eso.

Cuando desvió la mirada hacia arriba noto en la parte superior de su escritorio su correspondencia, que había estado olvidada justo ahí en las últimas horas. Neville estiró su mano y las sostuvo para poder ojeras. Serían un buen descanso.

Con un hechizo rápido calentó el café antemano olvidado y se dispuso a leer las cartas, descartando las habituales molestias, los anuncios de periódicos, y llegando a las que realmente importan.

Estimado,

Draco Malfoy solicita su visita en el centro. Y yo, como su terapeuta, la estoy autorizando. Esperamos verlos por aquí hoy en la parte de la tarde.

Atte, Bruno Meav.

Neville estuvo tentado a arrugar la carta. Detestaba ese medimago. Su contacto con Draco siempre debía ser primero con ese especialista, y nada era más molesto que eso. A pesar de que nunca había visto al mago en persona, estaba bastante seguro que sería tan molesto como sus cartas: con aire de pomposo y creído.

Pero finalmente no estrujó la carta: la precisaría para demostrar al centro que estaba invitado. No quería que le causarán problemas. Aún era mañana, por lo que tenía tiempo para organizarse y se preguntaba porque Draco habría deseado verlo. Era algo nuevo: generalmente era él quien iba de visita sin la necesidad de una invitación por parte del otro.

Pero mentiría si dijera que no deseaba ver al rubio. Había estado pendiente de sus mejoras, de su tratamiento y de cómo avanzaba el proceso. La comunicación con el medimago Bruno no era muy fluida, pero Neville le escribía atento para solicitar información alegando que eran para su reporte y tratando de mantener al margen su deseo de saber cómo procedía el rubio.

En parte se sentía en deber con él. Había sido su idea sacarlo de Azkaban a través de un programa y lo había sumergido en las clases de Hogwarts pensando que está era la única salida, cuando, quizá sí lo había ayudado pero había potencializado otros males.

Y en ese caso en particular, los fines no justificaban los medios. Deseaba que Draco estuviera bien, que se recupere prontamente y que saliera del centro, mismo cuando él no daba muchas señales de desear hacerlo. Era un proceso, se lo había dicho Astoria, y estaba tratando firmemente de creerle.

Astoria Greenglass había sido una incorporación bienvenida a su grupo. La bruja era atenta, generalmente callada, pero sus comentarios eran dados con cautela y cuidado. No parecía ser una Slytherin a simple vista, pero basta con conocerla un poco para saber que había más en ella por debajo de la primera camada. Pero ninguno de ellos había tenido problemas con eso. Astoria estaba ayudando. A ellos y estaba dispuesta a hacerlo con el resto del mundo. Al igual que Hermione. Entre ambas brujas habían desarrollado una interesante amistad que había migrado a una aún más peculiar sociedad, que Neville había quedado muy feliz de haber sido invitado a participar.

Su vínculo directo con el Misterio les facilita algunos trámites y las llevaría a donde deseaban: ser un nexo entre los presos que salían de Azkaban en el programa de segundas oportunidades. Casos como el de Draco, que no habían sido tratados con el necesario cuidado y la atención debida, generando más problemas para el involucrado. El proyecto de ellas era muy lindo, pero era costoso, y parte de los costos estaban saliendo de sus propios bolsillos. Hermione se había arreglado para conseguir algunos patrocinadores apelando a su título de heroína de guerra, algo que ella no hacía especial gusto, pero a lo que estaba dispuesta a ceder si fuera por una buena causa.