33. La muerte me respira en la nuca

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La muerte me respira en la nuca


Había una vez tres hermanos que viajaban por un camino sinuoso y solitario, al atardecer. De pronto los hermanos llegaron a un río demasiado traicionero para cruzarlo...

Se amontonaban por los estrechos pasillos, su andar lento, como queriendo retrasar el momento. Las voces y las quejas eran altas, e increíblemente fácil distinguir una de otras. En ese lugar no había espacio para el cansancio, el dolor, o la idea de rendirse. Las paredes eran oscuras, de alguna que otra ventana entraba la luz del exterior, pero dado el clima frío e invernal, no era mucha. No tenía idea de que hora era. Podría haber sido mitad de mañana como mitad de tarde. Daba igual. Le dolían los pies y tenía frío. La escuálida ropa no lo protegía de nada: del frío, de los golpes, de la humedad, de los empujones.

— Malfoy — uno de los guardias se le acercó y le dio una rápida mirada al número de su túnica antes de registrarlo en la planilla que tenía consigo — te toca la lavandería.

El rubio siguió caminando, detrás de los otros presos que ya habían sido asignados como él, hasta que comenzaron a separarse en grupos. Su camino era hacia la derecha, bajando las escaleras y doblando. Un trayecto largo y muy húmedo. Siempre le hacía preguntarse por qué la lavandería estaba a lo último. Pero no obtuvo respuestas mientras se embarcaba en su paso hacia donde los demás presos ya esperaban acumulados.

Cuando entro, al menos, ese lugar tenía un agradable perfume y parecía fresco, comparado con todos los demás. Rápidamente lo asignaron en la tarea que le correspondería ese día: colocar en la gran máquina la ropa sucia.

Las tareas en la lavandería se repartieron al igual que las tareas de los otros dos sectores. En la lavandería tenían que colocar la ropa sucia para lavar, luego lavar el piso mientras la ropa era lavada y finalmente sacar las ropas de la máquina y ponerlas en otra máquina para que la secara. Una vez seca tenían que distribuirlas según lo que fueran. Era bastante sencillo, pero llevaba todo el día debido a la cantidad de ropa.

Draco comenzó con su tarea tan pronto entró en el lugar. Recogió las prendas sucias y las arrojó a la página. Cuando ya no entraban más puso el producto para hacer espuma. Ese proceso le había llevado un tiempo aprender y le había valido unos buenos golpes por despiste. Ahora podía hacerlo con los ojos cerrados, por lo que mientras continuaba con su tarea, repetía en su mente la historia que Hermione le había contado. Era agradable, no la historia en si, sino el hecho de que casi parecía poder escuchar la voz de ella narrando. Era, de algún modo, tranquilizador.

...pidió una varita más poderosa que cualquiera que existiera, y la muerte se la fabricó de un árbol de Saúco que estaba cerca . El segundo hermano decidió que quería humillar...

— Me enteré que estás en el plan para dejar Azkaban — el comentario del guardia lo distrajo. Draco levantó la cabeza para encontrarse con que uno de los guardas se había detenido a su lado y lo miraba atentamente. El hombre parecía curioso, mientras una pequeña sonrisa que hasta parecía amable tiraba de la comisura de sus labios. No parecía querer burlarse, pero no era bueno leyendo a la gente que tenía buenas intenciones, así que simplemente asintió con la cabeza. Tenía miedo de decir algo equivocado o que sus palabras pudieran ser usadas en su contra.

— Eso es bueno — el hombre continuó, mientras bajaba la mirada para anotar algo más en la planilla — ¿A dónde te tocó?

Draco esperó, ansioso por saber qué era lo que el mago pretendía, pero cuando quedó bastante claro que solo esperaba una respuesta, se animó a hablar.

Prisionero  #6390 {Dramione} TERMINADAWhere stories live. Discover now