21. La locura

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~21~

La locura


Hermione se removió incómoda en su lugar. Llevaba cerca de diez minutos esperando y el aludido no aparecía más. Así cualquiera podría verla y desconfiar. Además no era precisamente algo discreto estar con varios tomos de libros esparcidos por la mesa del local donde la gente generalmente va a charlar y pasar un buen rato.

Pero no ella. Tenía asuntos que resolver. Muy importantes, por eso estaba en ese lugar, esperando con paciencia a la persona que creía podía ayudarla.

Había resultado ser un martes frío y nevado, por lo que el local estaba cada vez más repleto de personas deseosas de cubrirse de la nieve, lo que podría ser productivo, ya que no sería agradable hablar del tema en cuestión y que cualquiera escuchara. Había pensado en ir a Sortilegios Weasley, pero no quería meter al gemelo en esto. Además de que faltaban pocos días para la semana de vacaciones, y si iba a estar en la madriguera, no quería preguntas incómodas en el tema. Sabía que podía contar con la discreción de su invitado. Si es que aparecía, en primer lugar.

— Hermione Jean Grenger — alguien la saludo, y respiro hondo.

— Parcy Ignatius Wealey. — devolvió, volteándose para mirar al mayor de los hermanos — Me alegra que aceptaras mi invitación a una copa. — hizo un ademán para indicar asiento, e instintivamente comenzó a liberar un poco de espacio sobre la mesa.

— Por favor. Subestimas mí inteligencia, bruja. Una copa con Granger, nunca es solo una copa. — apuntó a los libros sin nada de recelo. — por eso eres mí cuñada favorita.

Hermione hizo una mueca pero aceptó el cumplido.

— No soy más tu cuñada. — aclaro. Aunque la mayoría de los hermanos de Ron la seguían viendo de ese modo.

— Lo que es una pena. A decir verdad no estoy muy emocionado por ver que otra bruja descerebrada trae mí hermano a casa. — afirmó, ocupando su sitio y quitándose el gorro de lana para sacudir la nieve de este.

— ¿otra? — indago, curiosa.

— Ah, no me refiero a ti. Claro está. Pero las otras dos... — negó con la cabeza en gesto de negación.

— ¿Dos? — fue el turno de Hermione de preguntar, algo sorprendida. No estaba al tanto que Ronald ya había presentado otras dos brujas a su familia.

El aludido abrió mucho los ojos y negó con la cabeza.

— Estoy seguro que eso no es lo que te trae aquí — espetó, mirando de reojo los libros. — ¿a qué viene todo esto?

Hermione suspiró. Decidida a olvidar el tema de Ron. Él podía presentar a cuantas novias quisiera. Ni siquiera le importaba. En cambio, había cierto rubio que si le estaba quitando el sueño por la noche, y no del modo positivo.

— Necesito una información del Ministerio... — comento, tratando de no sonar muy necesitada o demandante. Ninguna de las dos opciones era una buena opción.

— ¿qué clase de información? — interrogó el aludido.

Ese era el punto. Había pensado mil veces en está etapa de la charla y aún no llegaba a una conclusión. ¿cómo le decía algo sin de hecho decirle algo?

Se había prometido ayudar a Draco pero no podía traicionar su confianza y hablar de él a sus espaldas, para lograr algo que podría no llevarla a nada. Pero si quería lograr algo tenía que hablar con alguien, consultar con alguien. Había pasado la noche anterior buscando en todos los medios mágicos de comunicación y no había nada sobre las esposas mágicas o como funcionaban. Era como si ese método no existiera, sin embargo estaba haciéndolo, cuando ella estaba bastante segura que se había prohibido luego de la primera guerra mágica.

Prisionero  #6390 {Dramione} TERMINADAWhere stories live. Discover now