38. Nunca fue sobre mi

462 52 10
                                    


~38~

Nunca fue sobre mi


Draco miró hacía el patio desde la ventana que había en su habitación con cierto desinterés. Estaba gratamente agradecido del lugar en que estaba, pese a los barrotes que había en la ventana y del vidrio aparentemente muy resistente que lo mantenía dentro. De todos modos, podía ver mucho más que desde su celda de Azkaban, y su bien aún no podía salir fuera, era una mejora desde su anterior estancia en la cárcel.

La habitación estaba limpia y clara. Había una cama en el centro del espacio, que no era muy grande: diez pasos de ancho y veinte de largo. Pero la cama y las mantas estaban limpias, una cortina cubría la ventana por las noches y podía abrirla por la mañana a su gusto. Tenía una mesita del lado de la cama donde reposaba un libro que le había dejado y una mesa un poco más grande donde solía hacer sus almuerzos o cenas. Era pulcro, limpio y pequeño.

Pero su cabeza era un lío. De momentos creía que no debería estar ahí, recibiendo un tratamiento para un problema que no tenía, luego se sentía agradecido por estar en un lugar mejor del que había estado y con ciertamente más paz de la que había encontrando en Hogwarts, pero no demoraba a ser invadido por la culpa de que seria de su padre si él permanecía en ese lugar para siempre.

Había comenzado a tener crisis de ansiedad frecuentes, fuertes y dolorosas, motivadas generalmente por la culpa. Hacía ya casi una semana que estaba en ese lugar, y había iniciado charlas regulares con una especialista de la mente, que no estaban avanzando mucho a más que dejarlo nervioso y agitado. No sabía que podía revelar, no quería decir mucho y perjudicar a su padre o incluso a Hermione.

Y la extrañaba. Se encontraba noches enteras pensando en ella. Anhelando tenerla cerca. Sentirla a su lado. Y se daba vueltas en la fría cama para encontrarse con que no había nadie.

Le habían comenzando a dar pociones para dormir, que lo dejaban flotando en nubes y sintiéndose adormecido durante todo el día. Pese a todo, no las había rechazado. El entumecimiento era, para ese momento, un amigo bienvenido. Lo ayudaba a no pensar en nada, solo flotar por los días sin darse casi cuenta de esto.

Pero, así como en Azkaban, el centro tenía una rutina. Lo despertaban por la mañana con un desayuno de tostadas y té, le daban las pociones que debía tomar y lo dejaban libre el resto de la mañana. Podía leer o mirar por la ventana, todo era aburrido llegado ese punto. Al medio día alguien más aparecía para alcanzar el almuerzo, sopa, papas cocidas y enlazada junto de una botella de agua. Durante todas las comidas alguien lo acompaña debido a que era un paciente que tenía tendencias a autolesionarse. Las cosas que le brindaban, cubiertos para comer, plato: nada era de filo, sino que eran de plástico. Draco podría haberse reído de eso si no fuera por el entumecimiento.

Por la tarde una auxiliar se acercaba para llevarlo a su consulta con el especialista de la mente. Se supone que debía durar una hora, pero nunca dura más de media hora. Draco se negaba a hablar, evitando responder las preguntas que podía hacerle, pero este a veces lo empujaba hasta llegar a tener un ataque de ansiedad ante el miedo y la inseguridad de no saber qué debía decir o hacer.

No quería hablar de su padre, por miedo a las consecuencias que eso podía tener en el mago. Temía absurdamente que le dieran el beso del dementor o que lo castigaran aún más por su insanidad, y luego, temía hablar de Hermione y comprometerla aún más con su relación. Las sesiones eran aburridas y lentas hasta que comenzaba asentarse axfisiado sin encontrar consuelo en nada. Generalmente lo derribaban a su habitación con alguna poción para calmarlo que lo dormía hasta el otro día.

Prisionero  #6390 {Dramione} TERMINADAWhere stories live. Discover now