9. Entre libros

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Habían pasado dos días desde la reunión con los otros profesores, y Hermione estaba tan cerca de encontrar a Draco como lo había estado ese día. El rubio seguía desaparecido, pero estaba dentro del colegio, y Minerva no había querido avisar a nadie pues sabía que las consecuencias serían su regreso inmediato a Azkaban.

Los alumnos estaban callados, más obedientes que nunca, y Hermione dudaba de si era porque sabían algo o si el peso de la culpa estaba cayendo sobre ellos.

La bruja estaba sentada en el Gran Comedor, pero ni siquiera podía comer. No había respondido las cartas de Ron y de Harry que descansaban día y noche sobre su mesa. Tenía el estómago revuelto. Cada vez que miraba a Connor podía jurar que el muchacho sabía algo, pero que no abriría la boca. Y ella quería ayudar a Draco, pero no tenía idea de cómo. Sabía que debía encontrarlo, y pese a no saber cómo, tampoco estaba segura de si regresar para él sería una buena idea.

Hermione suspiró. Decidió dejar su cena sin culminar. No hacía falta fingir que comía. Estos últimos días se respiraba un aire nervioso en el colegio, y los nervios de todos parecían alterados.

Era noche cuando entró en la biblioteca, había conseguido con la señora Pince la llave para poder devolver unos libros que había estado usando. Más bien mantenido en su habitación esperando el momento en que lograra concentrar su mente en ellos, pero con los recientes acontecimientos eso había sido imposible.

Se ajustó la campera sobre los hombros y sostuvo un poco mejor la pila de cinco libros que tenía entre sus manos. Tenía que devolver esos y aún le quedaban dos en su estante... no se rendiría con ellos.

Dejó la pila sobre una mesa y se dispuso a ordenarlos en su lugar, así por lo menos le quitaba trabajo a la bibliotecaria, que ya había tenido la amabilidad de prestarle la llave y dejarle entrar fuera de hora, pero un sonido la distrajo. Era como si alguien arrastrara algo sobre el suelo.

Soltó los libros con cuidado y se movió sigilosamente. Extrajo su varita de su bolsillo interno, y consideró la posibilidad de prender un pequeño foco de luz para iluminar su paso, pero descarto la idea. El ruido persistía, pero no se sentía realmente asustada. Algunas cosas eran arrastradas por el suelo, de eso estaba segura. Se aproximó en absoluto silencio lo máximo que pudo. Su varita en alto para atacar si hiciera falta.

Se detuvo a algunos pasos de distancia, y contempló cómo pudo por entre los estantes de libros. Hizo lugar sacando un libro para así poder visualizar mejor qué era lo que estaba pasando.

Y entonces lo vio. Draco Malfoy estaba sentado en el suelo, en medio de algunos libros, sobre una manta gris, la misma que ella había visto en la torre de astronomía.

Su corazón dio un vuelco, lo había encontrado.

Él parecía vivo, después de todo. Desde donde ella estaba podía notar que él estaba delgado, y sus ropas ajadas, algo que nunca pensó ver en un Malfoy. No llevaba más ropa que un buzo verde oliva y un pantalón gris. Su pelo era largo, pero aún estaba peinado, y él, dentro de todo, parecía limpio.

Draco acomodo un libro en su regazo y paso de página. Estaba concentrado en la lectura, tan concentrado que ni siquiera la había escuchado llegar.

Hermione estaba asombrada, y por unos segundos pensó qué hacer. Sabía que debía anunciar que lo había encontrado, y a saber Merlín que le harían. Quizá hasta devolverlo a Azkaban. Definitivamente no podía aceptar eso, él no había hecho nada. Y lo habían corrido de su casa. Siquiera le estaban dando la oportunidad de ser una mejor persona.

El libro que estaba en manos de Hermione resbaló y golpeó el suelo con un sonoro ruido. El rubio se puso en pie en segundos, con la mirada escaneando el lugar.

—¿Quien anda ahí? — espetó él, los puños apretados y la mirada frenética en todas partes.

Hermione respiró hondo y salió de entre los estantes.

— Solo soy yo. — habló bajo, no deseaba asustarlo, pero aparentemente eso sucedió, pues Draco murmuró una palabrota y más que rápido se agachó para agarrara sus cosas, la manta y el libro, y se disponía a irse cuando Hermione bloqueo su camino.

— Draco, solo quiero hablar.... — trato de comenzar ella pero él levantó los ojos y clavó la mirada en ella. La tormenta gris que vio en sus pupilas la hizo callar de golpe.

— ¿Por qué siempre tienes que estropearlo todo? — gruñó. — solo haz de cuenta que no me has visto, como la otra vez. — le aconsejo.

Hermione titubeó. Vio que él tenía la manta bien apretada contra su cuerpo, pero que sus manos temblaban. A juzgar por cómo se veía podía decir que no había comido en sus últimos días, o si lo había hecho sería muy poco. Había bolsas oscuras debajo de sus ojos, dándole un aire enfermo.

— No puedes dormir en cualquier lado para siempre..— dijo ella, en tono bajo. No quería asustarlo o sonar acusadora, solo quería hablar, distraerlo mientras pensaba en algo.

— No es para siempre y no es de tu incumbencia. — espetó con desdén.

— Todos te están buscando, así como yo he dado contigo alguien más puede hacerlo. — devolvió mientras su mente corría a mil. No quería entregarlo, no hasta hablar con Minerva y saber qué harían con él.

— Porque eres la única que se empeña en buscar. A nadie más le importa, deberías hacer lo mismo. — contraatacó él, apuntándole con un dedo.

— Tengo una idea... — reveló Hermione, pero no estaba muy segura de eso. — puedes venir a mí habitación. No está lejos, es en el primer piso, puerta marrón, donde...

— Duermen los profesores. Lo sé. — la interrumpió,. — ¿Qué buscas? ¿Me encerraras hasta que vengan a buscarme los aurores o ... ?— negó con la cabeza y por unos segundos ella vio en él todo el cansancio acumulado en su mirada. Pero ese cansancio no parecía ser solo de días, sino de años.

— No llamaré a nadie, Draco. Puedes solo dormir y mañana verás que haces. Te prometo que es más calentito que acá. — aconsejo pero él no parecía muy seguro, y a decir verdad ella tampoco lo estaba.

No lograba entender en qué momento había invitado a Draco a su habitación y como eso en sano juicio le podía parecer una buena idea.

Él se aproximó dolorosamente a ella y Hermione retrocedió unos pasos. Draco pareció notarlo pues se detuvo en seco. Por unos segundos pareció incluso decepcionado.

— No iré a ningún lado contigo, Granger. — escupió su apellido con asco.

Hermione lo quedó mirando sin entender a qué venía su ira de repente. De momentos la ignoraba y después la trataba con asco y desprecio. Era confuso y agotador.

La bruja suspiro, algo cansada de esos juegos. Llevaba días tensa y preocupada, quería encontrarlo tanto que no se había preocupado en pensar que haría una vez lo encontrara. No estaba de acuerdo con sus compañeros de trabajo, por lo que entregarlo de una a Minerva sin saber cuál sería su siguiente paso no le parecía apropiado. Por más que eso escapara a las reglas, tenía que hacer algo. Que él estuviera en su habitación le daría tiempo de pensar.

— Me iré a mi habitación y dejaré la puerta abierta. Puedes ir o no, verás que el sofá es muy cómodo. — dijo, alzando ambas manos en señal de paz. Él solo le devolvió la misma mueca de asco, y no dijo nada. Aún estaba parado en medio de la sala, con la manta apretada contra su cuerpo cuando ella le dio una última mirada y se marchó.



A ver las apuestas, ¿Draco va o no va? ¿Hermione lo va a entregar o no? 

Cuentenme que les parece esta historia y como van avanzando los acontecimientos! Espero sus comentarios! 

editado 23/08

Prisionero  #6390 {Dramione} TERMINADANơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ