23. La vida en Azkaban

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*estaba muy ansiosa por compartir esta etapa de la historia con ustedes *.*

~23~

La vida en Azkaban


Era ya noche cuando la lluvia dejó de caer y el viento mermó sus fuerzas. El lugar permanecía tan oscuro como la última vez que lo había visto, y estaba seguro de que como siempre. La penumbra era todo lo que se lograba apreciar en esa parte de Azkaban. Si bien no en todas partes era igual. Los baños eran ridículamente iluminados, a modo de que nada se le pasaba a los carceleros. Las cocinas eran grandes y limpias, al contrario de lo que se podía esperar. Pero las celdas siguen siendo chicas y carentes de vida. La única vida que había en ellas eran de los presos que las habitaban, pero muchas veces estos mismos carecían de vida, en lugar de eso solo sobrevivían.

Mientras arrastraba los pies hasta la sala que recientemente había conocido, Draco no pudo evitar pensar que muchas cosas habían cambiado desde que había estado por última vez en ese lugar, mismo cuando solo habían sido unos dos meses desde entonces. Y parte de esos cambios, o de los recuerdos que tenía ahora en su mente para poder sobrellevar los días que estaría en azkaban se debían a la única persona que nunca pensó que podría ser responsable de eso. Granger. La sangre sucia. Llamarla así ahora resultaba molesto para él. No solo porque esas ideas lo habían llevado a azkaban, sino porque ella era en parte la razón de que se sentirá mejor.

— ¡Mueve los pies! — gruñó uno de los guardas que lo escoltaban — caminas más lento que una tortuga — espetó el hombre, dándole un empujón con el bastón que usaba para controlar a los presos rebeldes. Pero era difícil cuando tenía los pies atados con cadenas y las manos ajustadas con esposas mágicas.

Caminaron en la penumbra varios pasos, hasta entrar en una de las salas blancas que hace de mediadora con el resto de azkaban. Era donde los presos recibían visitas, y presos como él, ingresaban de nuevo a su celda. El guarda se volteo a Draco y con un movimiento rápido de su varita desbloqueo las esposas. Todas cayeron al suelo, con un golpe sordo, excepto una, la que siempre permanecía.

— Desvístete — ordenó el otro guardia, así que entraron en la sala fría y estéril.

El hombre puso sobre la mesa del local una muda de ropa, la misma que había estado usando antes, con el número 6390 marcada en ella. Era un uniforme naranja, de una tela que más parecía papel. Junto a eso habían unas zapatillas negras y gastas, que le quedaban grandes, pero que jamás se había atrevido a reclamar, más allá del primer día, cuando le valió un puñetazo en el estómago y una pregunta retórica de si precisaba algo más.

Draco comenzó a quitarse la ropa que llevaba en el momento. Esperaba que se la devolvieran. Había sido una de las prendas que le había conseguido Granger y no quería deshacerse de ellas o tener que explicarle después el motivo de por qué la había perdido. No es que supiera cuánto tiempo iba a estar en azkaban antes de volver al colegio, pero sabía que iba a regresar. Contaba con eso, casi del mismo modo con que contaba con respirar para seguir vivo, y por primera vez se dio cuenta que lo que quería tenía menos que ver con volver al colegio y más que ver con verla de nuevo. Sentir su piel suave entre sus manos, su cabello entre sus dedos, sentirla correrse gritando su nombre, sentirla mojada en sus dedos, pero también ver su sonrisa dulce, sus palabras de consuelo, sus actos desconsiderados y sin esperar nada a cambio. No estaba muy seguro de cuando alguien a su alrededor había hecho algo sin esperar algo de favor.

— Más rápido que no tenemos todo el día — uno de los guardias le dio un empujón brusco que lo obligó a quitarse la ropa con más rapidez. Dejó la remera y el pantalón arriba de la mesa, y se quitó las medias y el bóxer. Y trato de agarrar la ropa que estaba sobre la mesa, pero el guardia fue más rápido y la recogió antes, rompiendo en carcajadas sin darle nada. — Mirá, nada más, que chica la tiene. Hasta parece un niño precoz. — se burló entre risas y el otro le hizo coro.

Prisionero  #6390 {Dramione} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora