34. Malas decisiones

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~34~

Malas decisiones 



Draco se había desplomado sobre ella, y Hermione, sin haber anticipado su peso, fue arrastrada al suelo junto a él. Golpeó el piso de la habitación con un sonido sordo, y en seguida sus extremidades reclamaron por el dolor inesperado. Pero no tuvo tiempo para evaluar eso, su preocupación estaba en el rubio que había visto tan pálido segundos antes de que se desmayara sobre ella.

— Draco... — Hermione llamó, luchando por incorporarse desde el suelo. Se quitó el brazo de él de encima y solo entonces noto la mancha roja que había en su ropa — ¡Draco! — chillo en pánico ante el reconocimiento de lo que estaba sucediendo.

Él dijo algo por lo bajo, las palabras como si solo el hecho de hablar le costará un esfuerzo sobrehumano. Hermione se acercó aún más, dispuesta a averiguar qué estaba pasando. La tela de la remera estaba muy manchada, tanto que se adhería peligrosamente a su piel. Hermione se preparó, sabía que lo que vería por debajo y que no sería fácil. Recordó todos los momentos en que había visto heridas antes. El desgarro de Ron, las heridas de Harry, sus propias heridas, y tras una amplia bocanada de aire, levantó la tela para dejar al descubierto los tres tajos sangrantes.

— Oh Merlín... ¿Qué sucedió? — quiso saber, horrorizada mientras observaba en pánico las heridas. Si el rubio la escuchó no le ofreció una respuesta.

Lo más impresionante no eran las puñaladas en sí, que se veían bastante feas y profundas desde su experiencia, sin el desagradable hecho de que había un casco de vidrio incrustado en una de las heridas. Hermione se quitó la campera que tenía puesta y envolvió el cristal para detener la hemorragia. Parecía ya haberse movido, por lo que la sangre salía desmedida desde la herida. Pero sabía que no lo podía quitar, si lo hacía Draco podría desangrarse hasta la muerte en el suelo de su habitación.

— Draco... — ella llamó, desesperada por respuestas — ¿Qué ocurrió? — preguntó, para darse cuenta que eso en realidad no era lo más importante en ese momento — Tenemos que ir a la enfermería.

— ¡No! — el rubio gruñó, su voz entrecortada y sus ojos luchando por estar abiertos — No — repitió, las palabras sonando amargas en su boca.

Hermione balbuceó, mirando desde la herida sangrante hacia él. Las preguntas dieron vuelta por su cabeza, atormentando y desesperado por respuestas. Por lo que sabía el accidente podría haber sido tanto en Azkaban como en Hogwarts. Draco estaba atrasado, su llegada había demorado más de lo normal, pero él se veía nervioso, su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado y no parecía ser solo por la herida.

— No puedes decírselo a nadie — el rubio pidió, rogando, las palabras saliendo entrecortadas por el esfuerzo — No puedes...

— Draco, necesitas un medimago— ella ofreció, sin soltar su ropa sobre él. Toda la situación la supera desmedidamente. Pero él negó frenéticamente con la cabeza, y dejó caer su peso hacia atrás. Eso le dio tiempo de observar. Además de la clara herida en su costado tenía algunas magulladuras en el rostro. Algunas viejas, otras frescas. Hermione bajó la mirada para encontrar más heridas en su tórax. Moretones amontonados, rasguños. Había visto más de estos en sus brazos en ocasiones anteriores, pero siempre que preguntaba, él escapaba a tener que responder. Había aprendido a darle tiempo y espacio, con la esperanza de que en algún momento él elegiría abrirse con ella. Claramente había sido una mala idea.

Prisionero  #6390 {Dramione} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora