Capítulo 12 | REM

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"Soy la fotografía de un desaparecido. La sangre dentro de tus venas... Soy América Latina: un pueblo sin piernas, pero que camina".

—Calle 13.


En memoria de las víctimas mortales del paro nacional.

 Colombia, 2021.

Los blancos pasillos de Torclon se tornan infinitos con cada paso que doy, como si querer alcanzar el final de los mismos me impidiera cada vez más llegar a mi objetivo; al principio, no sé cuál es dicho objetivo, ni cómo llegué aquí. Todo lo que sé es que el ambiente se siente pesado y el olor a desinfectante que siempre reina en el lugar ha sido reemplazado por un aroma a hierro oxidado.

A pesar de que camino con rapidez con mis pesadas botas de militar, no puedo escuchar mis propios pasos; todo lo que mis oídos perciben es el sonido de mi propia respiración, que se acelera un poco más cuando siento que, por fin, estoy llegando al final del pasillo.

Una vez aquí me encuentro con una puerta metálica y brillante, la cual refleja mi silueta en su superficie, como si se tratase de un espejo. Pero lo extraño es que, a pesar de esto, no logro detallarme a mí misma; por más que intente fijarme en la expresión de mi rostro, es como si no hubiese un rostro; por más que intente observar mis movimientos, es como si no hubiese movimientos. Es la sensación más extraña que he sentido en mi vida. Pero todo esto, a pesar de causarme una gran intriga, se torna insignificante. Mis sentidos se activan nuevamente cuando, de un momento a otro, la voz de Martin comienza a resonar detrás de la puerta de metal.

Entonces mi corazón se acelera cuando recuerdo que lo abandoné en Torclon, que no me quedé con él y en su lugar elegí irme con los disidentes. No sólo traicioné a mi patria, traicioné a la única familia que me quedaba.

Sin pensarlo dos veces, abro la puerta con rapidez, y a pesar de que supuse que ésta opondría algún tipo de resistencia, se abre tan fácil que resulta extraño para Torclon, una institución llena de secretos que nadie, excepto unas cuantas personas, pueden conocer. A pesar de que mi madre ha trabajado aquí desde que tengo memoria, no conozco qué se esconde detrás de cada puerta, o en cada piso de esta gran construcción. Nunca en mi vida he bajado a los laboratorios y mi madre no habla de ello. Martin y yo hemos aprendido a no preguntar y, al mismo tiempo, nuestra curiosidad se ha ido disipando con el tiempo.

Cuando entro, me encuentro con una gran habitación blanca. Las paredes se pierden con el límite del piso y pareciera que no existen esquinas, ni bordes; es como estar en un gran espacio vacío, un espacio que no existe. Pero en el centro de la habitación, dándome la espalda, hay una figura con un uniforme negro; se encuentra allí, completamente inmóvil.

Por un momento siento un escalofrío recorriendo mi cuerpo, y todo el lugar se torna lúgubre, a pesar de estar totalmente iluminado con color blanco. Siento miedo, un gran miedo. Instintivamente, doy media vuelta para huir del lugar, pero la puerta ha desaparecido por completo; ahora estoy rodeada de blancura total, a excepción de aquella figura oscura que se encuentra a tan solo unos pasos de mí.

Internamente, comienzo a llevar a cabo ejercicios de respiración que aprendí en el ejército, a medida que volteo poco a poco para darle cara a aquella figura. Me doy cuenta, al fijarme en su cabello, que esa figura es Martin; no podría nunca confundir aquel color, aquel cabello rebelde y la postura de la persona que lo porta. A pesar de pensar que debería sentirme feliz por verlo, no es lo que sucede; contrario a eso, mi emoción se ha evaporado repentinamente en el aire, como si Martin la estuviese succionando de mí. Ahora, pareciera que me encuentro carente de toda emoción, excepto el miedo.

DisidenteWhere stories live. Discover now