Capítulo 16 | Ira

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«La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde».

—Giovanni Papini.


El camino transcurre silencioso.

De vez en cuando mis ojos se desvían furtivamente hacia él. Lugh tiene un humor extrañamente apacible y entonces puedo deducir que aquello que quiere mostrarme es algo que realmente le importa, tal como sucedió con los libros. Existe en este ser una extraña manera de proceder que a veces resulta increíblemente difícil de descifrar; no puedo evitar pensar en lo evolucionada que está la inteligencia artificial de Torclon cuando comienzo a analizar la dinámica personalidad de Lugh. La mayoría de las veces carga ante sí una especie de muro protector que impide a los demás acercarse mucho a él, pero existen situaciones muy específicas en las cuales, al parecer de forma inconsciente, él mismo derriba ese muro de forma repentina.

Tal vez él nunca se dé cuenta de estas cosas pero yo, por algún motivo, sí lo hago. En mi caso últimamente resulta casi impulsivo escrudiñar cada una de sus actitudes, pues se ha convertido en un enigma que quiero resolver. Puede ser que, aunque no quiera admitirlo, estar en su presencia durante tanto tiempo ha logrado que el odio que sentía hacia los disidentes sea un poco menor comparado al que sentía antes, lo cual no tiene sentido porque Lugh, todo él, es extremadamente fastidioso la mayoría del tiempo.

A medida que caminamos por la solitaria calle cubierta de nieve puedo deducir hacia dónde nos dirigimos. La biblioteca enorme e imponente aparece ante mis ojos después de un rato. La arquitectura de mis antepasados es tanto sutil como majestuosa al mismo tiempo, y siento una verdadera lástima al compararla con los monótonos y modernos edificios del Distrito Capital. Existe en Cartago cierta emocionalidad que nunca había sentido antes, como si se tratase de una nostalgia que se activa inmediatamente vuelvo a sumergirme en las antiguas calles de esta enorme ciudad.

A pesar de que la ciudad se encuentra en ruinas más allá del punto activo de los disidentes, incluso aquellas edificaciones destruidas provocan que ese sentimiento aflore en mí. Nunca en mi vida había sentido tantas emociones como las siento en este lugar, tal vez porque nunca nos enseñaron el pasado de nuestra propia especie. Todavía me encuentro en un lento proceso de aprendizaje que me llevará a entender en algún punto por qué la Gran Nación ha limitado de conocimiento a sus ciudadanos. No hay momento en el que no piense en los engaños a los cuales estuve sometida, y pensar que soy la única que sabe por lo menos un mínimo de la verdad provoca en mí cierta impotencia que no logro regular.

¿Cuál es la verdadera dinámica de poder que se esconde tras MOC, Torclon, Egan Roman o mi madre? ¿Por qué Renée Reed engañó incluso a sus propios hijos? Ahora pienso en ella como un ser extraño que no conozco en lo absoluto; la palabra 'madre' se ha tornado borrosa, y duele pensar en que incluso en algo tan mínimo como el significado de una palabra haya sido oculto para mí. Porque ahora no sé lo que es una madre, tal vez nunca lo supe realmente.

Debo tragar saliva para intentar calmar el escozor nauseabundo de mi garganta al tener en mente el engañoso recuerdo de Renée. Sólo llegar al primer escalón de la biblioteca logra que mi mente disperse medianamente su rostro antes de concentrarse en la creciente curiosidad que emana en mi interior. Hasta el momento, el que Lugh me diga que quiere mostrarme algo sólo significa que será magnífico y desconocido para mí.

Cuando entramos al lugar de repente me siento como feliz, una felicidad amarga, pero felicidad al fin y al cabo. Observo fascinada a mi alrededor tal como lo hice la primera vez. El lugar, aunque solitario, parece lleno de vida, porque he aprendido que incluso existen libros que cuentan historias entretenidas, como aquel que Lugh estaba leyendo en su apartamento. Siento el peso de los dos libros que tengo guardados al interior del abrigo y no puedo esperar para volver a mi habitación y devorarlos fervientemente. Quiero aprender, conocer, intrigarme y alimentar la curiosidad que ya ha nacido dentro de mí.

DisidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora