Capítulo 24 | Estrategias

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«A pesar de ser un solitario, mi conciencia de pertenecer a la comunidad invisible de aquellos que luchan por la verdad, la belleza y la justicia me ha impedido sentirme aislado».

—Albert Einstein.


Mi corazón está a punto de desprenderse de mi tórax cuando Forseti toma una curva de la carretera sin siquiera frenar un poco; el chillido de los neumáticos haciendo fricción contra el pavimento me hace sentir como si en cualquier momento el vehículo pudiese descontrolarse por completo, acabando con nuestras vidas. Nos encontramos sumidos en completa oscuridad, ni siquiera puedo ver la carretera con claridad pues ella no quiere encender las luces. Puedo observar a Martin en la parte trasera a través del retrovisor, quien se agarra el vientre con fuerza, nauseabundo, mientras yo me sostengo del tablero frente a mí. Los humanoides y su particular manera de conducir, ¿siquiera me sorprende? Forseti toma una intersección a la derecha, la cual nos adentra en una carretera completamente recta. Cuando la camioneta deja de moverse de forma descontrolada doy un suspiro de alivio mientras me recuesto contra el asiento. Al colocar mi mano sobre mi pecho puedo sentir los fuertes latidos de mi corazón y juro mentalmente que jamás volveré a subir a un vehículo si el piloto es un humanoide.

La luminiscencia reflejada en el cielo debido a las llamas que envuelven lo que antes era Torclon ha quedado atrás. Ahora es un pequeño punto anaranjado y humeante en la distancia. Cuando lo observo a través del retrovisor no puedo evitar sentir preocupación.

—¿Y Froy? ¿Ariana, Alair, todos los demás? —inquiero—. No saldrán con vida.

—No sabemos de los secuestrados, pero Froy y Heracles seguro lo lograrán.

Con que era Heracles el que acompañó a Froy. El humanoide líder de las fuerzas armadas de Babilonia, aquel que dirigió el ritual en mencionada ciudad, ¿cómo olvidarlo?

—No puedes estar tan segura —replico, observando la tableta con fijeza—. Heracles puede con unos cuantos, ¿pero qué hará cuando llegue toda la milicia?

—La milicia está concentrada en Torclon; te recuerdo que esa institución tiene más poder político que el mismísimo MOC.

La humanoide tiene su vista en la carretera y no parpadea ni una sola vez. Su cabello sedoso y negro hace contraste con su piel extremadamente pálida, al igual que con sus ojos azules que resplandecen tenuemente. Forseti, hasta ahora, ha sido una disidente de pocas palabras. Sin embargo, su presencia inspira cierta imponencia, y en su introversión puedo detectar furia. No es alguien con quien quisiera entrometerme.

—¿Qué estaban haciendo allí? —pregunto con curiosidad.

—Froy intentaba obtener información sobre el experimento de Torclon.

—¿Y hace cuánto llegó al Distrito Capital?

—Antes que tú. Él se fue en motocicleta. El chico tiene sus métodos.

—Así que ayudarnos a Martin y a mí no era algo planeado —afirmo con voz apagada.

Esto sólo confirma que los disidentes han perdido cualquier pizca de aprecio hacia mí, por más mínima que fuese. Entonces comienzo a sentir temor, pues nunca pensé que los vería de nuevo. ¿Qué dirán cuando me vean aparecer en su territorio una vez más? ¿Intentarán ejecutarme también por traición?

—Fue algo de último momento. Gannicus y Astrid dieron la orden después del espectáculo que montó tu madre.

—Ella no es mi madre —corrijo.

—Lo siento —responde casi automáticamente.

El silencio inunda el vehículo por un breve periodo de tiempo. Hablar de Renée resulta tan complicado para mí que prefiero simplemente reprimirlo todo en mi interior.

DisidenteWhere stories live. Discover now