Capítulo 14 | Significados

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"La ignorancia es madre del miedo".

—Honoré de Balzac.


A medida que caminamos bajo el frío comienzo del invierno la ansiedad deja mi cuerpo poco a poco. El gélido clima ha sido suficiente para ayudarme a mantener despierta, con los pies en la tierra. Sin embargo, la sensación de mareo permanece activa y Lugh todavía tiene que sostenerme para evitar que desfallezca. Al observar su rostro me doy cuenta de que le parece un poco repugnante la idea de tener que tocar mi brazo por tanto tiempo, pero para mí es un canto de victoria.

Por algún motivo, mi relación con Lugh se ha convertido en un pequeño campo de batalla; él es el humanoide con el cual he interactuado más y, a pesar de que todavía me provoca un indescriptible miedo la mayoría de las veces, me he acostumbrado a su presencia mucho más que a la presencia de los demás habitantes de Cartago. Pero ello no significa que él deje de odiarme como la representación de la especie —y la persona— que más aborrecen los suyos, y eso no significa que para mí no continúen siendo despreciables máquinas sin alma.

Así, aprovechamos casi cada oportunidad para recordarnos qué tanto nuestras especies continúan siendo enemigos naturales, y obtener victoria en esta pequeña batalla interna resulta bastante satisfactorio. Puede ser, incluso, que él no lo note, pues ser insoportable y odioso es parque de su personalidad artificial. Pero en lo más profundo de mí siento que debo ganarle cada argumento, cada discusión; eso me otorga una tranquilidad absurda que tal vez sólo signifique que estoy intentando desviar mis pensamientos de situaciones incluso más aterradoras, como lo que sucedió en Torclon.

Al principio supuse que nos dirigíamos a la habitación que me habían asignado en aquel edificio; no obstante, Lugh me hace caminar a través de más calles que resultan un tanto laberínticas, pero fascinantes al mismo tiempo. Yo observo con la curiosidad de un niño cada esquina, cada pequeña edificación, cada vestigio de lo que alguna vez fue una sociedad humana próspera y activa. La nostalgia que me provoca el pensamiento de lo que alguna vez fue, y que ya no es más, provocan en mi interior un deje de tristeza. La Tercera Guerra Mundial acabó con la mayoría de la población, pero eso es algo que sólo había escuchado en la escuela. Ahora, ver con mis propios ojos la desolación de lo que, según los disidentes, alguna vez fue la ciudad capital de esta parte del mundo me hace replantear muchísimas cosas.

Los humanoides fueron creados para colaborar en la guerra del hombre, aquella del Bloque Occidental contra el Bloque Oriental. A la final, casi de forma irónica, los humanoides, las máquinas de guerra más eficientes e increíbles que la humanidad jamás ha visto, una creación perfecta, terminaron tomando poder de la capital humana y rebelándose en contra de sus creadores. Es una de las paradojas más absurdas que he escuchado en mi vida.

Llegamos a una calle la cual no tiene salida, puesto que al fondo un río no muy grande cruza de forma horizontal. Desde aquí puedo ver pequeños botes medio hundidos ubicados bajo los puentes de piedra blanca que cruzan ese cuerpo de agua. Imagino a muchas personas caminando sobre los puentes en una tarde de verano, mientras otros tantos pasean en los botes y les saludan desde abajo. Una imagen completamente aleatoria pero que, por alguna razón, me hace sonreír levemente.

Una edificación elegante de unos diez pisos de altura se encuentra en la esquina; sigue el mismo patrón arquitectónico que he visto en este sector de la ciudad: por fuera es de piedra blanca, que a este punto del tiempo ya comienza a tomar un color amarillento; elegantes columnas enmarcan la puerta de madera que da entrada al edificio. Lugh me dirige allí y abre la puerta sin ningún problema. Por dentro, paneles de madera enmarcan las paredes y las escaleras se encuentran cubiertas por una polvorienta alfombra de color verde oscuro. Él me hace subir varios pisos, hasta que finalmente llegamos al último, donde otra puerta de madera espera entreabierta.

DisidenteWhere stories live. Discover now