LSR - Capítulo 17 | Los ojos nunca mienten

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«Los sentimientos delicados que nos dan la vida yacen entumecidos en la mundanal confusión».

—Goethe


Nuestro objetivo es llegar al campamento principal lo más pronto posible. Escapamos a través de una valla rota en lo que parece ser el extremo de los suburbios de la ciudad. Se ha corrido la voz de un ataque disidente, por lo que en verdad nadie nos presta atención, todos quieren cubrirse en sus casas.

Hemos decidido dejar de lado los túneles subterráneos con la intención de proteger a quienes viven allí. Sólo espero que Lugh no haya salido a buscarme y, si lo hizo, que no se tope con los rebeldes de Heracles. Hasta ahora parece que Martin y yo hemos perdido a Theron de vista, no creo que quiera arriesgarse a seguirnos hasta el campamento de Gannicus.

Nos alejamos de la ciudad lo más que podemos a través de calles y edificios abandonados que han quedado fuera de los límites de Ciudad Base 27; las edificaciones fuera de la valla parecen ser bastante viejas, por lo que supongo que se trata de construcciones antiguas dejadas por nuestros ancestros alrededor de las cuales la Gran Nación construyó esta importante ciudad. Hay analfabetas escondidos detrás de los sucios y rotos ventanales de algunos edificios, observándonos con miedo mientras cruzamos la desolada calle. Los ignoramos, si no se atraviesan en nuestro camino no tenemos por qué detenernos.

Llegamos a la carretera y pronto nos adentramos en el bosque. Me pregunto qué acciones habrán llevado a cabo los militares ante el pequeño ataque de humanoides que sufrió la ciudad. Dudo que Heracles sea tan tonto como para permitir que aquel grupo de rebeldes permanezca mucho tiempo allí; han logrado espantar a la multitud, pero el ejército no tardaría en enviar refuerzos y en darse cuenta de que eran realmente pocos en comparación a la enorme población de Ciudad Base 27.

Ahora sólo debo seguir mi instinto e intentar guiar a Martin hacia la que creo que es la dirección correcta. Ninguno dice nada, por ahora sólo escuchamos nuestros pasos acelerados sobre la tierra seca y nuestras respiraciones irregulares que intentan compensar el esfuerzo de nuestra huida. Es mi hermano quien parece más cansado.

Todavía tiene la navaja en la mano, aquella con la que pretendía asesinar a Renée.

—¿No te dejaron tomar un arma? —bromeo.

—Dijeron que si estaba en un campamento disidente no necesitaba un arma de fuego —responde, blanqueando los ojos—. Al parecer no recuerdan que yo sigo siendo un humano.

—Probablemente les divirtió negarle una al hijo de Renée —deduzco—. Ya siento que los conozco demasiado bien.

Él menea la cabeza. Sí, eso es lo que sucedió, estoy más que segura.

A este punto hemos dejado de correr y ahora sólo podemos mirar compulsivamente hacia atrás para comprobar que Theron no aparezca de la nada. El bosque, que cuando llegué estaba iluminado, ahora está cubierto por las sombras. El humo de las explosiones se ha apoderado de cielo por completo a este punto y la incógnita de por qué la Gran Nación ha hecho algo así continúa rondando en mi cabeza.

He aprendido que la Gran Nación no deja nada al azar. Incluso aunque mi memoria pueda continuar fallando de vez en cuando estoy segura de conocer un poco su forma de proceder. ¿Pueden ser tan estúpidos como para destruir las mayores fábricas proveedoras de armamento? Saben que están en medio de una guerra contra una de las creaciones militares más grande de la historia, creación que se les salió de control hace décadas, ¿y van a permanecer desprotegidos? Incluso aunque aquellas armas resulten inútiles la mayoría de las veces, a no ser que se apunte a la cabeza del humanoide, proporcionaban un poco de seguridad, es su manera de defenderse. Pero no hay que olvidar nunca que para igualar la fuerza de un humanoide se requieren a tres humanos del mismo tamaño, y ahora han destruido sus propias fábricas de suplementos militares.

Disidenteحيث تعيش القصص. اكتشف الآن