LLR - Capítulo 1 | Entre ruinas y derrotas

1.7K 206 58
                                    

«La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo».

—Maurice Maeterlinck 


El espacio vacío, silencioso y oscuro parece infinito. Las voces de mi consciencia permanecen apagadas, las lagunas mentales se hacen cada vez más profundas y la nada se apodera de cada rincón de mi cerebro. Todo es abstracto, enredado y frío. Cada tanto, recuerdos que no sabía que tenía se reproducen ante mí, aunque no entiendo cómo.

Siento que estos recuerdos no son producto de mi imaginación, ni son narrativas irreales que alguien o algo ha implantado en mí. Se trata de recuerdos reprimidos que poco a poco salen a la luz, como si una fuerza sobrenatural estuviese obligándolos a salir del estrecho espacio del inconsciente. Aunque no sé dónde me encuentro, ni qué estoy viviendo, ni en qué punto del tiempo me encuentro, sólo sé que la negrura tiene momentos repentinos de luz y las imágenes aparecen sin previo aviso.

Me veo tan pequeña como nunca me había recordado, sentada en la alfombra de la sala de estar, jugando con un fino muñeco que parece imitar la imagen de un científico. Luego, la imagen se torna borrosa y pronto otra escena la reemplaza: soy yo, de unos quince años, mirando a través de los pulidos ventanales de la oficina de mi madre, observando las montañas lejanas desde lo alto, preguntándome en qué punto del mapa se encuentran las ciudades disidentes de las que he escuchado desde que tengo memoria.

Los recuerdos se adelantan un poco en el tiempo. Esta vez, me encuentro en las calles solitarias del Distrito Capital a altas horas de la madrugada. Mi hermano camina frente a mí con un pequeño grupo de soldados del EMA. Martin saca de su mochila una botella de licor que ha robado de la cena del aniversario de la Gran Guerra, cena llevada a cabo por la élite del Distrito, incluida mi madre, cena a la que ninguno de nosotros estuvo invitado. Sin embargo, mi hermano no necesitó invitación para escabullirse silenciosamente a través de los elegantes pasillos de MOC y tomar la botella cuando nadie miraba.

Nos ocultamos en la antigua estación de tren, ubicada a unos veinte minutos de los suburbios de la capital. La estación no ha sido usada en siglos y supongo que a nadie le importa lo suficiente como para demolerla. Yo permanezco sentada en una vieja banca de madera mientras mi hermano y nuestros compañeros se turnan la botella. No participo, siento miedo; se supone que deberíamos estar durmiendo en el cuartel.

Cuando la botella está vacía, alguien propone un juego que involucra la misma. Todos están demasiado afectados por el alcohol y lo que proponen suena... comprometedor. Lo último que veo es que me pongo de pie y me voy con prontitud.

No podría contar la cantidad de recuerdos que he explorado a través de las estancias de mi memoria, son demasiados como para siquiera considerarlo. Por más que intente entender qué sucede conmigo, cualquier intento de explicarlo resulta en vano. Mi voz está ahogada, cada que intento hablar las palabras se atoran en mi garganta; mis extremidades se sienten adormecidas, correr no es una opción. Incluso mis pensamientos son desordenados, inconexos, extraños.

Pero entonces, la oscuridad eterna parece llegar a un fin cuando, de un momento a otro, señales de un mundo exterior comienzan a llegar a mí. Mis sentidos se activan poco a poco, como si hubiesen estado dormidos por mucho tiempo, al menos así lo siento. En un principio, no sé reconocer el sonido de los grillos ni del viento, ni la sensación cálida que recorre mi cuerpo. Tampoco sé reconocer las estrellas que se expanden sobre mí cuando mis ojos se abren súbitamente.

Mi cuerpo se siente extraño. Es pesado, pero a la vez liviano; cálido, pero a la vez frío. Los estímulos sensoriales comienzan a agobiarme. Puedo escuchar todo con claridad, tanta que resulta abrumadora. Por un instante siento la extrema necesidad de cubrir mis oídos fuertemente para impedir que el ruido llegue a ellos, pero por algún motivo tengo la certeza de que eso no funcionará.

DisidenteWhere stories live. Discover now