LSR - Capítulo 11 | Vacío

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«Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice».

—Píndaro


Me cuesta un tiempo volver a conectarme con Gannicus, pues las palabras de Heracles continuaron taladrando en mi cabeza mientras mis ojos estaban puestos sobre Lugh a lo lejos. Aunque me es un tanto difícil, creo una barrera en mis pensamientos con el fin de evitar que la voz de aquel insoportable humanoide vuelva a hacer presencia en los mismos. Debo concentrarme en aquello que es primordial ahora, y eso es la guerra.

—Lo siento, me distraje momentáneamente —excuso.

Gannicus asiente.

—Naturalmente, han de ser días confusos —responde con voz neutra—. Sin embargo, Abigail, he de negar tu solicitud.

Frunzo el ceño con un deje de impotencia, mientras observo a Martin. Él frunce los labios, realmente no hay mucho que pueda hacer.

—La ciudad que tomaremos esta noche es una de las más grandes e importantes de la Gran Nación, y es un punto estratégico en la guerra; la hemos espiado por días, y hemos sido informados de que hay grupos civiles anti-disidencia desde antes de lo que sucedió en el Distrito Capital. Pero, sobre todo, son grupos anti-Abigail Reed.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Por un instante siento que no puedo dimensionar por completo la gravedad de sus palabras, a dura penas estoy logrando conectarme con un nombre que siento ajeno, y es abrumador darme cuenta de que existen grupos de personas que odien a Abigail Reed de tal forma; por supuesto que no es difícil entender sus motivos, sobre todo después de lo que sucedió, pero no puedo evitar sentirme extraña.

Bajo la mirada un tanto decepcionada, no de las palabras de Gannicus, sino de mí misma. Tal vez debí intentar ser más fuerte, enfrentarme con más fuerza a Torclon, no dejarme doblegar, pues las consecuencias han sido grandes; no obstante, ¿qué tanto pude haber hecho realmente? No comprendo por qué a pesar de ser consciente de que actué bajo el manto de aquella vil organización, todavía experimento culpabilidad inconsciente.

Suspiro, volviendo mis ojos a Gannicus.

—Pero si es una ciudad anti-disidencia de por sí, ¿no da igual que yo vaya o no?

Gannicus niega con la cabeza, invitándonos a tomar asiento en la mesa donde Astrid se encuentra. Esta me observa con seriedad, y a este punto no sé si se trata de su cara normal o si yo todavía provoco en ella cierta desconfianza.

Toma una tableta que se encuentra sobre la mesa, y me muestra una especie de mapa tridimensional de una ciudad que no reconozco.

—Ciudad Base 27 es una de las más pobladas de la Gran Nación —explica Gannicus, haciéndome un pequeño recorrido a través del mapa—. Incluso desde antes de que todo esto estallara, ha sido una ciudad que lleva en el inconsciente colectivo un odio desmesurado hacia los disidentes, tal como todas las demás ciudades de la Gran Nación.

Aleja un poco la escala de tamaño con el fin de que yo pueda obtener una vista más general desde afuera de la ciudad.

—Sin embargo, esta ciudad es particular: el Distrito Capital cuenta con presencia fuerte en este lugar, y siempre ha sido así. ¿Por qué? Por los bienes que esta ciudad ofrece al interés político de esta nación.

Se dirige hacia otro lugar del mapa, un poco alejado de la parte central de la ciudad, cuyos altos rascacielos irrumpen con la vista al paisaje montañoso. Entonces, atravesando un pequeño campo, comienzan a aparecer decenas de enormes fábricas.

DisidenteWhere stories live. Discover now