Capítulo 16: No estás aquí

840 128 52
                                    

• Jean •

El sol brillaba en lo alto, más caliente y molesto que de costumbre, mientras que todo el suelo del área de entrenamiento estaba cubierto de lodo por la lluvia de la noche anterior, haciendo que a cada paso mis botas se hundieran más y más, casi de la misma forma en que me sentía por dentro.

¿Estaba siendo muy dramático? Probablemente. Marco se aseguró de hacérmelo saber. Pero no me importaba, no cuando mi corazón y mi orgullo habían sido tan brutalmente heridos como ahora.

Desde que conocí a Rose jamás había pasado cuatro semanas sin verla, aunque fuera sólo un saludo; sin embargo, hoy se cumplía un mes desde la última vez que nos vimos. En cualquier otro momento ese hecho de por sí me habría hecho extrañarla, pero ahora, considerando la situación en la que nos encontrábamos aquella noche, no sabía cómo había podido resistir tanto tiempo sin ella.

A la mañana siguiente de haber estado con Rose sentí como si hubiera despertado de un sueño del cual me esforzaba en recordar cada detalle. Quería preservar ese momento en mi mente y que nadie me lo quitara jamás.

Al segundo día, la sensación de todo lo sucedido seguía ahí, pero la imagen comenzaba a verse borrosa en mi cabeza y las voces perdían su tono. Necesitaba volver a verla pronto para poder completar ese recuerdo inconcluso.

Sin embargo, esa semana no pasó nada, tuvimos demasiados entrenamientos y deberes que no me dieron tiempo de ir a Dokanes y ella no se había aparecido por aquí. El mayor problema era que no habíamos acordado ningún momento para vernos, así que por los días siguientes no supe qué hacer y me la pasé dándole vueltas en la cabeza a la idea de pasar frente al hospital por casualidad para que me viera.

Cuando no hubo señales de ella el día que mis compañeros y yo fuimos al mercado, supuse que de nuevo estaba muy ocupada e hizo sus compras más temprano. Podría apostar a que Marco habló con Eren para que no me molestara esa vez.

Seguí yendo a la ciudad cada que podía, pero jamás me encontraba con ella. Comencé a preocuparme de que me estuviera evitando a propósito, arrepintiéndose de lo que pasó. Esa posibilidad fue la que me frenó de entrar al hospital a buscarla: si realmente quería evitarme, no iba a ir a acosarla a su trabajo; y, también, si realmente quería evitarme, yo no estaba listo para afrontarlo.

La idea pareció confirmarse cuando un día vi a una mujer llegar a caballo al centro de entrenamiento, llevaba los suministros médicos para nuestra enfermería como Rose había hecho sin falta por más de un año y medio... pero sin ser ella en esta ocasión. Si necesitaba una prueba de que no quería saber nada de mí, ahí la tenía, en la dolorosa ausencia de esa castaña despeinada de la que me había enamorado.

Así que ahora mismo, a mitad del entrenamiento, me preguntaba qué pasaría cuando viera a Rose de nuevo y si eso tan siquiera sucedería. Estaba tan absorto en mis pensamientos que no controlé mis golpes y terminé acertando un puñetazo directo al estómago de Thomas.

—¡Oye! —se quejó el cadete, sobándose el abdomen.

—Lo siento, estaba distraído.

—Sí, discúlpalo, Thomas —interrumpió Connie, quien se acercaba petulante con Sasha a su espalda— Le rompieron el corazón y ahora quiere desquitarse con nosotros.

—¡Lo que estará roto será tu cara, si no dejas de fastidiar! —amenacé, dándome la vuelta hacia el calvo.

—Creo que mejor iré a entrenar con Daz... —dijo el rubio antes de dar unos pasos nerviosos y alejarse con prisa.

El par de tontos y yo nos quedamos en silencio por unos momentos, sin preocuparnos en volver a lo que debíamos estar haciendo. Esperaba que ninguno insistiera en el tema de Rose, pero, como siempre, terminaron metiéndose en mis asuntos.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADAWhere stories live. Discover now