Capítulo 39: Enemigos y aliados

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• Jean •

—¡Largo de aquí! —le grité a un soldado que pasó junto a mí en su caballo— Fuiste asignado al cuartel, así que regresa allá, imbécil —rodó los ojos con un bufido y se dio la vuelta.

Aún no podía creer como tantos de los nuevos reclutas se mostraban tan entusiasmados por ir directo hacia el peligro. Parecía como si esos tontos no supieran la cantidad de personas que habían muerto en la historia de esta división.

Claro que, comprendía que gran parte de la emoción era debido a que el enemigo al que combatiríamos ya no serían titanes, sino los nuevos soldados que venían del otro lado del mar. Sinceramente, creo que era mucho más sencillo cuando se trataba de titanes, de criaturas que no querían matarnos conscientemente ni nos consideraban demonios.

Sí, las cosas iban a ponerse difíciles ¿Y qué mejor momento para pensar en ello que ahora?

Nos acababa de llegar la noticia del avistamiento de un barco. En este momento sus ocupantes ya debían estar llegando a tierra, por lo que debíamos darnos prisa para respaldar a los soldados que montaban guardia cerca de la costa. Armin y yo éramos los únicos de nuestro escuadrón que quedábamos aquí, el resto de nuestros amigos se habían ido antes.

—¡Ten cuidado! —exclamó Rose despidiéndose con la mano a lo lejos— ¡Te amo!

—¡Te amo más!

Odiaba tener que alejarme de mi novia, pero me tranquilizaba saber que podría verla en cuanto regresara. Para ser honesto no sé que habría hecho si ella no se hubiera mudado aquí y sólo pudiera visitarla de vez en cuando.

Tiré de las riendas de mi caballo justo cuando el capitán Levi y Armin pasaron a mi lado.

—... pero puedo ayudar, señor —escuché decir al rubio.

—No estás listo, niño. Sólo... quédate donde sea seguro.

Alcancé a Armin y pregunté en voz baja:

—¿Todo en orden?

—Sí, simplemente quería ser de utilidad, pero dejarán que Eren se encargue del barco esta vez —respondió desanimado.

—Bueno, pero ya eres de utilidad. Ser un maldito titán no es lo único que tienes a tu favor. Sé que cuando se necesite, tú eres quien nos sacará de apuros, como siempre haces —sonrió tímidamente— Sólo deja de ser tan inseguro de ti mismo, tonto —agregué, estirando el brazo para revolverle el pelo.

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—¿Y bien? ¿Qué tan jodidos estamos? —preguntó Levi una vez que llegamos al área donde estaban montadas las carpas. Uno de los antiguos soldados de la Guarnición respondió.

—¡Capitán! Marley envió solamente un barco en esta expedición, pero está lleno de soldados armados. Capturamos a 6 hombres que bajaron a hacer reconocimiento y la comandante Hange los interroga ahora mismo —informó señalando la tienda en la que se encontraban.

El pelinegro nos indicó con la mirada que lo siguiéramos. Nuestro grupo estaba en posición de enterarse de la información más confidencial y de participar en la planeación de estrategias. Luego de la batalla en Shinganshina, sin contar a Levi y la comandante, nosotros éramos lo más cercano que había a veteranos de la Legión; lo que, a mi parecer, era patético, considerando que seguíamos siendo adolescentes bastante idiotas.

Los demás nos esperaban adentro. Hange volteó a vernos mientras sus manos se aferraban amenazadoramente a los hombros de un soldado rubio.

—¡Ah, llegaron! —exclamó ella con su usual tono teatral— Niccolo, saluda a mis amigos.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADANơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ