Capítulo 56: ¿Por qué no volviste?

365 51 30
                                    

• Rose •

Cuando la charla entre los exguerreros y soldados de la Legión y Cassandra terminó, la rubia me llamó para que aclararamos un par de cosas. Me senté en el sillón junto al suyo.

-Arlert vendrá conmigo al punto de reunión pasado mañana, y luego de eso no sé cuánto más permanezca el escuadrón en el continente antes de que volvamos a Paradis. -Se cruzó de brazos- En cualquier caso, tú vas a quedarte aquí, ¿no es cierto? -Me sorprendió la tranquilidad con la que lo preguntó. Claro que ahora que había encontrado a Jean esa era mi intención, pero no esperaba tal aceptación de su parte. La rubia mostró la sombra de una sonrisa- Todos sabíamos a qué venías, tranquila.

En retrospectiva, era obvio; desde que llegué a Stohess nunca oculté mi opinión respecto a mis amigos, menos sobre Jean... Y aun así Cassandra me ayudó desde el principio. Ella era una persona mucho más considerada de lo que pensé la primera vez que la vi.

-Gracias... por todo.

-Déjalo -respondió, aún sonriendo.

-En serio, incluso me acompañaste a ayudar con los niños enfermos cuando nada de eso era parte de tu misión.

-Bueno, no iba a dejarte y tú no podías dejarlos pasar. -Rodó los ojos con un suspiro- Además..., ya no puedo hacer como que no sé por lo que pasa la gente aquí, y menos con el hecho de que nadie en este continente habría volteado a ver si se tratara de eldianos. Así que, cuando vuelva, veré qué se puede hacer al respecto. -Abrí los ojos con sorpresa y la tomé de las manos.

Mucho más considerada.

-No esperaba escuchar eso de ti... Me impresionas. -La soldado evitó demostrar sus sentimientos y se limitó a encogerse de hombros. No obstante, todavía podía ver la calidez en su mirada.

-Ve a dormir, lo necesitamos -sugirió, dando por terminada nuestra conversación y propinándome una palmada en el hombro, para después levantarse e ir al cuarto de baño.

Jean se acercó con timidez y, una vez que estuve de pie, posó su mano en mi espalda para guiarme a las habitaciones. Veía como todos los demás iban de un lado a otro con completa naturalidad, realmente habituados a esta vida. Sentía que yo no encajaba aquí para nada.

Sacaba mi ropa de la mochila cuando Connie tocó a la puerta abierta, con cautela, anunciando su presencia.

-No hay suficientes cuartos, así que Jean y yo compartimos habitación. Si ustedes quieren estar solos, yo podría...

-Está bien, no me importa que te quedes, Connie. -Le dediqué una sonrisa cansada- Lo único que quiero es dormir... Si tú estás de acuerdo en compartir cama -agregué, dirigiéndome a Jean. Este arrugó el entrecejo un segundo, en un gesto casi imperceptible, como si le sorprendiera el mero hecho de que yo preguntara.

-Desde luego -respondió.

▪︎ ▪︎ ▪︎ ▪︎

Volví a la cocina antes de ir a dormir. No tenía hambre ni nada parecido, sólo quería sentarme un momento a tratar de calmar esta marea de sentimientos. O al menos, a entenderla.

Armin me hizo dar un respingo al dejar una taza de té frente a mí. Entonces lo seguí con la mirada mientras se sentaba al otro lado de la mesa. Bebí un sorbo. No reconocí el sabor al instante

-De pasiflora -explicó ante mi gesto fruncido- Nos es de mucha utilidad por aquí. -Reí por la nariz y bebí otro poco. Una hierba usada para calmar la ansiedad y el insomnio. Bastante razonable. El rubio se mantuvo en silencio unos segundos, hasta que finalmente preguntó lo que le pasaba por la cabeza-: ¿De verdad fue coincidencia que fueras a la capital justo cuando buscaban gente para venir a esta expedición? -Esa era la versión oficial, la que decía Cassandra, y la que nadie creía.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum