Capítulo 20: La lucha por Trost

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• Rose •

Era de tarde, el sol casi se ocultaba en el horizonte cuando me encontraba caminando rumbo al hospital y personas pasaban corriendo a mi lado, algunas de ellas gritando cosas ininteligibles. No sabía a qué se debía todo el alboroto, pero seguí avanzando por las calles, hasta que noté la multitud que se había formado frente a uno de los edificios de las Tropas de Guarnición.

Un soldado estaba de pie en lo alto de una tarima, moviendo las manos como si tratara de calmar a la gente. Me acerqué lentamente, con una extraña sensación en mi pecho y el presentimiento de que lo que sea que estuviera pasando era más que simples malas noticias.

Los murmullos de las personas a mi alrededor me hicieron entender lo que sucedía antes de que consiguiera escuchar al soldado.

"Evacuar Trost no servirá de nada"

"Si el acorazado regresa también, toda la Muralla Rose caerá..."

"Estamos perdidos"

Sólo había una explicación: el titán colosal había vuelto y una vez más, la humanidad perdería contra su poder.

—¡No se preocupen, nosotros estamos a salvo! ¡Karanese está protegido por muros! —exclamó un hombre a mi derecha.

—¿¡Y de que servirá eso, idiota!? —le respondió una mujer, dándole un golpe en el pecho con el dorso de la mano— Si nos quedamos encerrados aquí, ¿cuánto crees que sobreviviremos aislados?

El bullicio comenzaba a marearme, estando en medio de discusiones, gritos y llanto. Quería salir de ahí pronto, no importaba a dónde fuera, con tal de no tener que pensar en revivir la tragedia que acabó con una quinta parte de la población.

—¡Tranquilícense todos! Esto no será igual a lo que pasó en Shinganshina hace cinco años. El ejército está peleando contra los titanes en este momento —insistió el soldado subiendo la voz. Comencé a dar unos pasos hacia atrás, lista para irme, cuando el hombre agregó algo más— Todos los soldados disponibles están protegiendo Trost, incluso los nuevos reclutas.

Me detuve en mi lugar y levanté la vista horrorizada, comprendiendo al instante lo que esas palabras significaban y sintiendo que mi corazón daba un vuelco. Rápidamente me abrí paso entre la gente que me separaba del soldado, y le hablé en cuanto lo tuve delante.

—¿Todos los reclutas?

—Así es señorita, no se preocupe. Puede que sean novatos, pero están bien entrenados. Tuvimos suerte de que aún estuvieran en Trost cuando sucedió el ataque —explicó, intentando usar un tono calmado. Se dio la vuelta al ver a unos hombres que habían comenzado a golpearse, y fue hacia ellos para separarlos.

La marea de gente corriendo asustada me arrastró sin que tuviera que esforzarme en avanzar. Recibía pisadas y empujones, pero eran cosas que apenas notaba en comparación al pánico que comenzaba a apoderarse de mí.

Conseguí apartarme del camino y me apoyé en una pared, hiperventilando por la conmoción y con una sensación de náuseas formándose en mi estómago. El miedo trepaba por mis huesos al recordar cómo perdí a mi padre; al pensar en la posibilidad de perder a mi madre, a todos en Dokanes y morir yo misma si los titanes llegaban hasta acá; y, sobre todo, al darme cuenta de lo probable que era perder a Jean sin siquiera enterarme.

Inhalé profundamente y me paré derecha, diciéndome que todo estaba bajo control y que carcomerme la cabeza imaginando todas las formas en que esto podría terminar mal no me ayudaría en nada. Aun así, cuando retomé mi camino al hospital mi mente seguía en otro lado, sin dejar de pensar en todo lo que estaría pasando en Trost sin que yo lo supiera.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora