🔥Capítulo 40: Tranquilízate, soldado

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• Rose •

—¿Un puerto? —pregunté.

—Así es ¿Tú qué imaginas que sea? —dijo Jean.

Luego de un largo día él había insistido en acompañarme a mi casa. Ahora mismo caminábamos por el prado que cubría la distancia entre esta y el cuartel. Me detuve y apoyé mis brazos en sus hombros, acercando mi rostro al suyo.

—Tal vez sea un lugar de aguas termales —respondí en voz baja—, donde chicos y chicas puedan entrar juntos —el castaño abrió más los ojos, ruborizándose levemente. Reí y le di un codazo antes de seguir avanzando— Sasha ya me había contado de eso, gran tonto pervertido.

—Esa idiota va a ver —murmuró entre dientes.

—Pero ya en serio, ¿de verdad llegarán barcos de pueblos que quieran comerciar con nosotros?

—Parece imposible considerando que los últimos cinco meses hemos estado recibiendo únicamente a invitados tan descorteses —respondió con un suspiro— Sin embargo, al parecer hay un país al que le conviene ser nuestro aliado y quizás el siguiente año gente de allá podrá venir y reunirse con Historia.

—Su majestad está haciendo un trabajo increíble —comenté, pensando en lo que conocí de ella cuando era sólo una cadete, y en la gran responsabilidad con la que cargaba ahora.

—Y no tuvo problema en adaptarse a darnos órdenes. Esa enana estaba lista para dirigir —solté una risotada y lo empujé.

—Tienes suerte de que Levi no te haya escuchado decir la palabra con e.

—Ya corro peligro con cada centímetro que crezco.

—Un metro ochenta ya es bastante altura —dije dando una palmada en su cabeza— Si no paras pronto, vas a dejarme abajo.

—Creo que mientras más de mí haya, mejor.

La cabaña estuvo frente a nosotros rn cuanto Jean terminó de hablar. Me adelanté para abrir la puerta y giré hacia él, apoyando las manos en el marco. Crucé un pie por detrás del otro, vacilante.

—Así que, ya llegamos —dijo metiendo las manos a los bolsillos de su gabardina.

—Sí... —solté. Él mostró media sonrisa y sólo con eso comencé a sentir un cosquilleo— ¿Quieres pasar?

—Me gustaría... —comentó vagamente— Aunque quizás ya debería volver —apuntó con la cabeza en dirección al cuartel.

¿Trataba de hacerse el difícil? Arqueé una ceja y di un paso atrás mientras me lamía los labios. Ambos estábamos en silencio, viéndonos a los ojos.

Y ninguno resistió más.

Apenas me moví cuando su boca ya estaba sobre la mía. Lo besé con desesperación y lo jalé adentro de la casa. Su gabaradina cayó al suelo en unos segundos.

—Vamos arriba —dije separándome lo suficiente para hablar.

Jean asintió con la respiración entrecortada y me cargó, levantando mi muslo izquiero con una mano y sosteniendo mi trasero con la otra, como si no le costara ningún esfuerzo. Lo rodeé por la cadera con mis piernas mientras seguía besándolo, sintiéndome más caliente a cada instante.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADAWhere stories live. Discover now