Capítulo 55: Te encontré

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• Jean •

Revisábamos documentos sobre la situación de los migrantes y el rechazo de los gobiernos a recibirlos. Otro de los problemas era la tensión que crecía respecto a los eldianos en los guetos que quedaban en otros países, el no saber si liberarlos por ya no tener sangre de demonios o si tomar medidas extremas por el pánico de que algo como el Retumbar se repitiera.

De cualquier manera, nosotros nos concentrábamos en abogar para evitar cualquier muerte posible. Era un trabajo realmente difícil. Connie se dejó caer rendido sobre la mesa con un suspiro dramático y cerró los ojos.

—Va a mejorar pronto, ya verás —lo animó Armin, dándole unas palmaditas en el hombro.

El cenizo solamente gruñó algo por lo bajo y se removió en su lugar. Entonces, ya que parecíamos haber tomado un descanso, me estiré hacia atrás en mi silla y me troné los nudillos antes de levantarme para preparar algo de té. Comencé a tararear con la garganta, por mero hábito, sin siquiera darme cuenta...

Pero alguien más sí lo hizo.

—¡Sabía que había escuchado esa canción antes! —exclamó Pieck con emoción, quien entraba a la sala.

—¿Huh? ¿De qué hablas?

—Escuché a unos niños cantarla, y reconocí la melodía, aunque no recordaba de dónde.

Me quedé congelado en mi lugar. ¿Sería posible...? ¿En verdad estaba pasando...?

—¿Dónde los oíste? —inquerí, acercándome a la pelinegra.

—Pues en la calle, pero no sé por qué...

—¡Necesito saber exactamente dónde!

—Jean... —intervino Armin con voz calmada. Giré hacia él con desesperación.

—Es su canción... No he escuchado a nadie más cantarla.

—Pero sabes que es muy poco probable que...

—¡No me importa eso! ¡Debo averiguar si se trata de Rose! —le grité. Miré de vuelta a la excarguero, suplicante.— Pieck...

—C-claro. Fue a dos pueblos al oeste de aquí, en un punto de comida. —Frunció el ceño y apartó la mirada, esforzándose en recordar— Estaban en grupo, por lo que seguro son huérfanos, de algún albergue cercano. —Comencé a asentir nerviosamente, pasando las manos por mi cabello mientras pensaba a toda velocidad en qué haría a continuación.

—Muy bien, entonces, debo... debo ir allá. Sólo llevaré lo necesario.

—¿Qué tal si yo te llevo? —sugirió Pieck— Sé dónde era, así que será más fácil.

—Vaya, gracias...

—¡También iré! —anunció Connie, que intercambiaba miradas con Armin, para luego esbozar una sonrisa que seguramente pretendía ser tranquilizadora— Además si en verdad se trata de Rose, seguro estará mas feliz de verme a mí que a ti.

«Si en verdad se trata de ella...»

¿Qué tan ingenuo y desesperado debía parecer para los demás por creer que Rose podría estar aquí?

Seguí preguntándome esa y más cosas en el camino al pueblo, mientras que miraba por la ventana tratando de hallar a una castaña en específico. Antes de bajar del carro le di a Pieck un dibujo de Rose para que pudiera preguntar por ella. Yo comenzaría a hacerlo entre las calles, y la pelinegra iría hasta el refugio a buscar a los niños que escuchó cantar.

Connie insistió en venir conmigo, a pesar de que cubriríamos más terreno por separado. Creo que sólo estaba aquí para cuidar que no me derrumbara.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon