Capítulo 50: Seguir avanzando

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• Rose •

—¿¡Mamá!? —la llamé en cuanto abrí la puerta de la casa.

Luego de parar a descansar en un pueblo, como había dicho el señor Blouse, Niccolo y yo vinimos a Dokanes. Me sentía exhausta de haber estado cabalgando de un lado a otro los últimos dos días, pero sólo me quedaba seguir avanzando.

Subí al segundo piso y me asomé a las habitaciones, pero no estaba en ningún lado. Antes de que el pánico se apoderara de mí, regresé con Niccolo.

—Voy a preguntar con los vecinos, ¿puedes ver en el hospital?

—Desde luego.

Nadie pudo decirme nada. Diferentes personas la vieron ayer temprano pero no habían vuelto a saber de mi mamá después de eso. El rubio volvió informando que no había noticias de ella por allá. Al menos que no hubiera tenido que ir al hospital podía considerarse una buena señal.

Seguimos tratando de averiguar algo, hasta que por fin un hombre mayor nos dijo que mi mamá había pasado en un carro con la familia Maindor la tarde anterior.

El marleyano y yo partimos hacia la enorme casa, y una vez que llegamos, golpeé la puerta como si mi vida dependiera de ello. Se abrió casi al instante, mi puño aún estaba en el aire.

—¿Señores...? —empezó a decir el ama de llaves, hasta que me vio— Oh, lo siento, esperaba que ya hubieran vuelto.

—Estoy buscando a mi mamá, ¿está con ellos?

—Sí, fueron a Hermina a hacer compras, pero ya debieron haber regresado... —A Hermina. Tuve que apoyarme en la pared. Niccolo habló:

—¿Dónde queda eso?

—Al sur de Sina... —respondí con voz temblorosa— Era una ciudad amurallada.

▪︎  ▪︎  ▪︎  ▪︎

Llegamos al distrito a la mañana siguiente. Entre el caos de los edificios destrozados, los muertos y los heridos, la encontramos: iba sucia y cubierta de polvo, con la ropa rasgada y el peinado deshecho; únicamente con su hija menor al lado. La señora Maindor estaba viva.

Supe que me reconoció cuando abrió más los ojos, volviendo su rostro en un gesto de tristeza. Perdí la voluntad que me quedaba.

—Lo siento mucho, Rose. Johanna... Ella no...

Tomé una bocanada de aire, sintiendo que ya no tenía suficiente. De pronto todo se volvió borroso y difícil de enfocar ¿Acaso estaba llorando? No tenía idea, no era responsable de lo que mi cuerpo hacía en ese momento.

Sentí el césped húmedo entre mis dedos. Creo que caí al suelo. Mi garganta ardía, aunque yo no escuchaba que ningún sonido saliera de ella. Una mano en mi espalda y otra sosteniéndome por el brazo, y luego estaba caminando hacia uno de los tantos techos puestos deprisa para refugiar a los heridos. Niccolo me hablaba pero no distinguía nada de lo que decía.

No sé cuánto estuve en ese estado; pero más tarde, cuando volví a mostrar señales de vida, el rubio me explicó lo que la señora Maindor había dicho: la familia completa, mi madre y un conductor iban en el carro, camino a la puerta para salir del distrito. Un enorme trozo de la muralla les cayó encima. Sólo la mujer y la niña lograron salir con vida, el resto murió al instante.

Me quedé mirando el suelo, seguía temblando. Alcé la vista y me topé con un niño que lloraba, o al menos parecía estar llorando. Aún escuchaba al resto del mundo como un eco lejano. Me levanté y fui hasta él; tenía sangre en la camiseta, pero no era suya.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADAOnde histórias criam vida. Descubra agora