Capítulo 17: Aquí me tienes

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• Rose •

Todo cambió en un instante.
De una caricia a sangre.
De un baile en el bosque a perder el aliento.
De la promesa de un beso a quebrarse por dentro.

Luego de pasar la tarde con Jean hasta después de que oscureció, había vuelto a mi casa con una sonrisa tonta dibujada en la cara. Aún no era muy tarde, pero abrí la puerta lo más silenciosamente posible en caso de que mi mamá ya se hubiera ido a dormir.

Sin embargo, ella seguía despierta. De pie, sujetándose del borde de la mesa, sus ojos se encontraron con los míos antes de toser y teñir de sangre el pañuelo con el que se cubría la cara.

—¿Mamá?...

No podría decir que lo que sucedió después fue muy confuso; más bien se sentía como si lo estuviera viendo desde afuera... como si hubiera tenido que salir de mí misma para poder actuar.

La rutina de siempre, la conocía bien. En ese momento ella no podía ser mi madre, tenía que ser sólo una paciente ¿Qué hacía con ellos? Sentar, tranquilizar, examinar, estabilizar, llamar a un médico...

Corrí afuera a pedir ayuda, gritando a todo pulmón hasta que un vecino me escuchó y salió deprisa rumbo al hospital. No pasó mucho tiempo para que volviera acompañado de Mylo. Le abrí la puerta y me aparté del camino, apenas intercambiando una mirada con él antes de que me pasara de largo y fuera a revisar a mi mamá.

—¿Qué es lo que tiene? —pregunté con desesperación una vez que terminó. Nos habíamos apartado hacia la sala, dejándola a ella sentada en la cocina.

—Me parece que es la misma gripe que hemos estado atendiendo estas semanas...

—Eso no es posible, sólo los pacientes que tenían varios días enfermos sin atenderse llegaban a ese extremo —repliqué prácticamente sin hacer pausas, negando ligeramente con la cabeza y frunciendo el ceño—, ella no presentó síntomas sino hasta hoy

—Lo sé, pero... recuerdo que Johanna estuvo muy enferma hace unos años —comenzó a explicar con una mirada triste— Supongo que fue por eso que sus pulmones se dañaron y quedaron susceptibles, haciendo que ahora uno de ellos se lesionara.

Recordaba aquellos días perfectamente, estaban grabados en mi mente por varias razones, como el miedo de perder a mi mamá o el momento en el que supe que quería ser enfermera.

Aunque jamás me había detenido a pensar en cómo esa enfermedad podría volver a afectarla. ¿Por qué no lo hice? ¿Por qué no pensé en eso? ¿No se suponía que para eso había estado estudiando todo este tiempo?, ¿para evitar que algo así pasara? Lo único que sabía es que lo que seguiría no sería nada fácil.

—¿Eso quiere decir que..?

—Necesita cirugía urgente para repararlo... pero me temo que nosotros no podemos hacerla. Muy pocos hospitales están preparados para algo tan complejo —dijo desviando la mirada.

—¿¡Entonces no hay nada qué hacer!? —susurré agresivamente, apenas controlándome y sintiendo como las lágrimas se acumulaban en mis ojos, buscando salir— No puedo perderla...

—Rose, debes tranquilizarte para que entiendas lo que voy a decirte —dijo llevando sus manos a mis hombros— Aquí no se puede, pero hay una oportunidad en el Distrito Karanese, conozco a personas allá que pueden ayudarla. Si se van ahora tendrán tiempo suficiente para llegar. Alista tus cosas y las de tu mamá, haré que unos soldados de la Guarnición las lleven, ¿de acuerdo?

Devolviéndole la mirada a esos ojos grises puestos en mí, encontré fuerzas para asentir, comprendiendo lo que me había dicho a pesar de que sus palabras hubieran llegado con algo de eco a mis oídos. Con una sonrisa triste se dio la vuelta y salió. Me obligué a deshacer el nudo que se había formado en mi garganta y le expliqué a mi mamá lo que haríamos.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADAWhere stories live. Discover now