Capítulo 47: Feliz viaje

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• Rose •

En el comedor resonaban los cubiertos raspando platos. Jean estaba sentado a mi lado, batallando en usar la cuchara con su mano izquierda, porque la otra mano se negaba a soltar la mía por debajo de la mesa.

Hace unos días mis amigos, el capitán Levi y la comandante Hange habían tenido su última reunión con los superiores en la capital, y ahora se preparaban para la expedición a Marley. En este momento charlaban animados sobre lo que sabían del mundo exterior (todos ellos excepto Eren, que de nuevo se había ido por ahí).

Sasha siguió hablando con los ojos iluminados:

—Niccolo me contó de un montón de comida que no se encuentra aquí —dijo la castaña sin dejar de masticar— No puedo esperar para probarla. —Connie asintió y alzó la mano con el dedo índice en alto, dejándonos saber que intervendría en cuanto terminara su bocado de pasta.

—Y yo escuché de Peter que los autos son como carruajes que no necesitan caballos que tiren de ellos —explicó serio— Simplemente hay que alimentarlos y se mueven solos.

—Bueno, ya descubriremos todas esas cosas en seis días, cuando nos vayamos —dijo Armin con entusiasmo, poniéndose de pie.

—Su viaje suena genial —comenté— Lástima que no podré ver lo que encontrarán allá.

—No te preocupes, amor, tomaremos muchas fotografías. Estoy seguro de que Lady Kiyomi podrá prestarnos alguna cámara —dijo Jean con un beso en mi mejilla, a lo que Sasha y Connie fingieron vomitar para molestar. Le devolví el beso en los labios.

Durante su estadía en el continente estarían acompañados por los Azumbito y se quedarían en su finca. Según la información que Jean había accedido a compartirme, el acontecimiento principal era asistir a la asamblea de derechos de los eldianos; pero eso requería, además, monitorear la respuesta de la gente y analizar la situación internacional con los diplomáticos de Hizuru.

De esa forma, los integrantes de la Legión estarían en el continente aproximadamente tres semanas. No era mucho tiempo, pero sabiendo lo lejos que era de aquí, lo sentiría como una eternidad.

En cuanto terminamos de comer, el castaño y yo salimos de ahí para caminar un poco antes de volver cada uno a sus actividades. Estando en el patio, lo rodeé por el torso y pegué la cabeza a su pecho.

—Voy a extrañarte mucho.

—¿Estás segura de que no quieres venir? —preguntó inclinándose, haciendo que su boca quedara a la altura de mi oído— No tendré problema en convencer a la comandante.

—Tengo responsabilidades aquí, la Legión no son sólo ustedes ocho. Además de que mi mamá me mataría si voy a donde está la gente que nos considera demonios.

—Sí, suena muy lógico... —Su cuerpo vibró al reír bajito— Visto por esa parte, también prefiero que te quedes.

Luego de un minuto de apretarme contra sí mismo, me besó en la coronilla y entonces nos separamos. Se me ocurrió una pregunta cuando él estaba por irse de ahí, así que hablé en voz alta:

—¿Tú crees que algún día ambos podamos ir al otro lado del mar sin que quieran acabar con todos nosotros? —Me miró a los ojos.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADAOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz