Capítulo 33: Otro paso

581 89 85
                                    

• Jean •

Después de un estupendo día entré al dormitorio, donde Connie se encontraba recostado en su cama con un libro abierto apoyado en su abdomen.

—No sabía que sabías leer —dije caminando a mi lado del cuarto.

—Já, já —respondió con una mueca— Armin lo consiguió para mí, es sobre huertos. Sasha y yo queremos plantar papas.

—Oh, eso suena bastante bien. 

Me acosté con los brazos cruzados sobre mi cabeza y cerré los ojos. Mi corazón seguía acelerado por lo de hace un rato. Acababa de regresar al cuartel luego de encontrarme con Rose en el bosque.

Habíamos estado charlando por lo que quizás fueron horas, y en un momento de silencio la castaña se acercó más a mí, me pasó un brazo por encima, apoyando su mano en el suelo, y se recargó de manera que su pecho quedó pegado al mío. Cuando me miró con esos brillantes ojos cafés y sonrió mordiendo su labio inferior, supe que lo único que quería hacer era besarla... Bueno, no lo único. Por la manera en que apenas nos separábamos para tomar aire, y que al deslizar mi mano por su costado y rozar su trasero ella me sujetó por la nuca con más fuerza, me atrevería a decir que ambos nos sentíamos igual.

Tal vez ya era momento de que diera otro paso. Yo debía hacerlo, ¿no?

—Connie... —lo llamé sin verlo a la cara, sentándome encorvado.

—¿Hmm? ¿Qué pasa?

—Quiero pedirte un favor... ¡Puedes decir que no!, es sólo algo que pensé, yo, si quieres... —atropellaba mis palabras, aún dudoso de contarle a mi amigo lo que estaba pensando.

—Ya dilo, Jean.

—Bueno, es que sabes que he estado con Rose un tiempo, y creo que pronto ella y yo podríamos... —sentía mi cara arder en ese momento— ya sabes, hacerlo. Y, como tú y yo compartimos cuarto, pensé que podrías...

—No digas más, entiendo lo que me pides. No me agrada mucho la idea, pero puedo hacerlo por ti, eres uno de mis mejores amigos.

—Gracias, viejo —dije mientras suspiraba aliviado de no tener que hacer un asunto más grande— Aún no sé que día, pero te avisaré para...

—Sí, bueno, debe ser pronto porque quizás necesites que practiquemos varias veces —dijo distraído, cerrando el libro que sostenía.

—Tú... —lo miré confundido y sin saber ni siquiera qué preguntar— ¿De qué estás hablando?

—¿Huh? —volteó a verme como si yo fuera el estúpido por no entender de lo que hablaba— Pues de hacerlo tú y yo... porque compartimos cuarto y somos amigos de confianza, y tú necesitas practicar porque eres muy torpe para estas cosas y no quieres decepcionarla. Te dije que no necesitabas explicármelo.

Apenas pude contener mi cabeza de que estallara, mirando a Connie con los ojos entrecerrados y la boca abierta pero incapaz de pronunciar una palabra, hasta que luego de un momento las ideas volvieron a mi mente.

—¿¡Huuh!? ¡Claro que no, idiota! —mi rostro se tiñó de rojo por la vergüenza tan sólo de pensar en esa situación— ¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Jamás haría...! —me interrumpió con una carcajada.

—¡Oh, vamos, Jean! No me subestimes tanto, sólo estaba jugando contigo —dijo entre risas a como pudo— Eso es por insultar mi capacidad de lectura.

—Maldito calvo —mascullé.

—Sí, bueno, pero aun así te tomé el pelo —puse los ojos en blanco— Bien, ya, quieres la habitación, entiendo.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADAWo Geschichten leben. Entdecke jetzt