Capítulo 27: En la cabaña

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• Rose •

—Oye, Rose ¿No vas a ayudar con la limpieza? El capitán Levi está por llegar —dijo Eren.

—¿Huhh? Él no es mi jefe, y no me pagan por venir a limpiar, sólo por cuidar tu trasero —respondí sentada al otro lado de la habitación, con las piernas sobre el brazo del sillón.

Había pasado un rato desde que llegué la cabaña. Moblit había ido a reunirse con Hange y Levi, y ahora esperaba a que ellos regresaran para comenzar con el trabajo o a que Jean volviera del mercado para verlo.

—Tú y el cara de caballo son el uno para el otro —masculló antes de darse la vuelta y seguir barriendo.

No pude evitar sonreír ante su comentario. Sabía que lo dijo como un insulto en todo sentido, pero la idea de que Jean y yo fuéramos el uno para el otro me hizo sentir un cosquilleo por dentro. Apenas pasaron unos minutos cuando el castaño entró por la puerta, acompañado de Sasha y Armin.

—¿Se sacudieron el polvo y la suciedad antes de entrar? —reclamó el ojiverde al instante.

—¿Huh? No —dijo Jean— ¿Acaso no ves que venimos cargando pesado? No tenemos tiempo para eso.

—¿¡Crees que el capitán Levi quedará satisfecho con la limpieza!? Si no te hubiera hecho la cama esta mañana...

—¡Cállate! ¡Eres peor que mi madre!

—¡Y ya te dije que te limpiaras los pies! —insistió Eren casi al borde de un colapso nervioso— Primero tu novia tira migajas en el sillón y ahora tú...

—¡Oi! Si tienes un problema conmigo, dímelo, niño titán —solté yendo hacia él.

—¡A ella no la metas! —intervino Jean, y tomó a Eren por el cuello de la camisa.

—¿Ya están peleando de nuevo? —dijo Mikasa, quien venía llegando junto a Historia.

Las discusiones siguieron con Armin regañando a la pelinegra por haber ido a cortar leña cuando su cuerpo aún no se recuperaba, Sasha robando una hogaza de pan y escondiéndola en su bolsa, y Eren tratando de hacer que se pusieran a limpiar lo que faltaba. Sin embargo, todo mundo guardó silencio en cuanto vieron al capitán Levi entrar en la habitación.

Bueno, no me mintieron respecto a que era aterrador, reconozco que es cierto. Aun con su corta estatura (que era básicamente igual a la mía), el simple hecho de ver su rostro era suficiente para saber que podría matar a cualquiera si así lo deseara.

El hombre pasó la mano por debajo de la mesa y miró sus dedos con el ceño fruncido, para luego limpiarse en un trapo de tela. Si había encontrado polvo, debieron ser las partículas más diminutas que existieran, porque yo misma había visto a Eren limpiar ese mueble como si su vida dependiera de ello.

—Tuvieron tiempo de sobra —afirmó el pelinegro. Todo mundo se quedó inmóvil, con expresión de horror— No importa, ya hablaremos de sus métodos de limpieza después. Eren, Hange está lista para experimentar contigo. Vámonos.

Resultó que para ser aún menos visibles, el plan era internarnos en el bosque al pie de una montaña, donde el titán de Eren podría permanecer oculto. Nos preparamos para partir y antes de que pudiera subir a la parte trasera del carro que Jean conduciría, me tendió la mano con una sonrisa, indicándome que me sentara junto a él.

—Por fin podremos hablar tranquilamente, ¿eh? —dije acomodándome a su lado.

—Sí... Aunque sería mejor si no tuviéramos público —respondió alzando la voz. Atrás de nosotros Sasha y Connie nos observaban sonrientes.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora