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(Chapter twenty eight — don't stand so close to me)
(temporada tres — episodio diez)
PARA LA SUPRESIÓN DE CASSIE, CRISTINA HABÍA ESTADO AYUDANDO A BURKE A ESCONDER EL TEMBLOR EN SU MANO. Después de que Derek operó su brazo cuando le dispararon la noche del trasplante de Denny, hubo una complicación postoperatoria, que Cristina le había ayudado a mantener en secreto a todos los demás.
Cassie sabía que algo estaba pasando con Cristina, pero nunca imaginó que fuera tan drástico. Cristina también estaba planeando dejar que Burke operará al padre de George, por lo que Cassie no estaba muy segura de cómo sentirse.
Si lo mismo le hubiera sucedido a su madre cuando le practicaron una mastectomía por su cáncer, Cassie no lo perdonaría mucho.
No le gustaba elegir bando, pero esta vez, sintió que tenía que hacerlo.
—Tal vez ella estará en busca, pero no toques a la patrulla también, —dijo Izzie, poniéndose el abrigo. —Al menos tendré compañía.
—Lo que sea que obtenga, espero que sea malo. Realmente malo, —agregó Alex, haciendo que Meredith pusiera los ojos en blanco.
—Ella cometió un error.
—¿Un error? —George se burló, uniéndose a los demás. —Iba a dejar que Burke, Burke con la mano temblorosa, operará a mi padre.
Cassie miró hacia abajo pensativa, moviéndose para pararse junto a George.
Cristina entró, provocando que todos dejaran de hablar. Miró a George con los ojos entrecerrados. —¿Podrían dejar de mirarme así? Es espeluznante y te hace ver como si no hubieras sido alimentado.
Izzie y Alex se burlaron de ella y salieron de la habitación, George los siguió poco después.
—¿Y Qué tal te va? —Preguntó Meredith.
—¿Cómo va qué?
—Tú y Burke, ¿estáis bien?
—Um, —Cassie frunció el ceño de repente, terminando de atarse los zapatos. —Llego tarde para ... yo, um, tengo que irme. Las veré más tarde.
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LOS INTERNOS, menos Meredith que estaba al servicio de Addison, estaban haciendo rondas con sus pacientes. Cuando llegaron a la habitación de Harold O'Malley, Cassie sonrió a la familia.
—Hola mamá, —George sonrió, besando su mejilla.
—Cariño, —saludó su madre. —Puse un poco de desayuno en caso de que tuvieran hambre.
Alex y Cassie levantaron simultáneamente sus puños en el aire. —¡Puntaje!
