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(Chapter thirty — six days)
PARTE DOS
(Temporada tres — episodio doce)
—HAZ ALGO, —MEREDITH le dio un codazo a Derek, que miraba con la boca abierta la vista que tenía delante. Él no se movió, así que se volvió hacia Mark. —¿Me escuchaste? ¡Haz algo!
—¿Esto realmente está sucediendo? —Derek se preguntó. —Esto no puede estar pasando.
En el medio del vestíbulo, Cassie tenía a Izzie inmovilizada en el suelo, lanzándole puñetazo tras puñetazo a la cara, gritándole obscenidades en el proceso.
—¿Superarlo? —gritó, justo cuando la sangre comenzaba a salir de la nariz de Izzie. La rubia intentó contraatacar, recibiendo algunos buenos golpes aquí y allá, pero aún así, no era rival para Cassie. —¡Supera esto, maldita perra!
Cristina y Alex miraron con las cejas arqueadas. —Maldita sea— corearon, sin hacer ningún movimiento para detenerla.
—¡Sloan! —Repitió Meredith, sacando a Mark de cualquier aturdimiento en el que estaba mientras veía a Cassie sacarle la luz del día a Izzie. —¡Haz algo!
Mark inclinó la cabeza pensativo. —No veo el daño en esperar un poco. —Ella le lanzó una mirada de incredulidad. —¿Qué? Ella está ganando.
—Oh, por el amor de... —Bailey resopló desde el otro lado del vestíbulo, dejando su bolso y corriendo hacia la pelea. —¡Oigan, paren! ¡Esto es un hospital, no un combate de lucha libre!
—¡Suéltame! —Izzie chilló, lanzando un puñetazo particularmente fuerte en el ojo de Cassie.
Cassie continuó luchando, incluso cuando Bailey intentó sin descanso, y falló, sacarla.
Se movió ligeramente de posición para que el grupo de los ascensores pudiera ver su rostro. Una vez que Derek y Mark vieron sangre saliendo de algún lugar de su rostro, compartieron una mirada rápida, antes de correr hacia ella. Cada uno de ellos agarró uno de sus brazos, arrastrándola mientras ella intentaba salir de su agarre.
—¡Te mataré! —Cassie gritó, mirando acaloradamente a Izzie, quien se estaba levantando lentamente con la ayuda de Bailey mientras se agarraba la nariz. —¡Lo juro por Dios, te mataré!
—Vamos,— dijo Derek, sacudiendo la cabeza hacia ella.
—No, Derek, —argumentó. —Ella...
—Vamos, Cassandra, —espetó con autoridad, haciendo que incluso Mark se detuviera en sus pasos. Cassie lo miró con los ojos muy abiertos.
—Está bien, me voy. Jesús.
Bailey suspiró de frustración cuando llevaron a Cassie a una sala de examen vacía, lamentando su decisión de involucrarse en la vida personal de su interna.
