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(Chapter sixty two — good mourning)
(temporada seis — episodios uno + dos)
Tw: episodios depresivos severos, alcohol como mecanismo de defensa, mención breve de no comer, dolor y fuertes creencias religiosas.
antes de continuar, por favor trata de recordar que tu salud y seguridad son más importante que leer un fan fic. Si alguna de las precauciones te afectan y/o es un tema sensible para ti, es mejor que te saltes este capítulo o leerlo con precaución. <3
CASSIE NO CREÍA EN EL CIELO. A decir verdad, ella no creía en dios en absoluto; al menos, no el dios con el que creció. Se suponía que Dios era amoroso y misericordioso. Se suponía que Dios era justo. Cuando era niña, la mamá de Cassie le dijo que Dios no le dio a sus hijos lo que ellos querían, sino lo que necesitaban.
Así es como Cassie supo a ciencia cierta que Dios no era real. ¿Por qué en qué universo retorcido y jodido Cassie necesitaba que su mejor amigo muriera?
Sosteniendo una botella de tequila casi vacía en una mano y un par de tijeras en la otra, Cassie se quedó mirando fijamente en el espejo sobre el fregadero, su mirada fija sobre el vestido negro que llevaba. De hecho, fue a la tienda a comprarlo, porque tiró sus otros vestidos funerarios después de la muerte de Denny.
Cassie resopló ante el recuerdo y el hecho de que era tan ingenua como para pensar que ya no los necesitaba.
Llevándose las tijeras hasta su cabello, hizo un fuerte corte, cortando unos centímetros en la mitad de su pecho. Ladeó la cabeza, la demacrada palidez de su rostro la hacía sentir enferma.
No le gustó la longitud, cortó una pulgada más, tarareando de satisfacción mientras hacía lo mismo en el otro lado. Sacudiendo su cabello al azar de la encimera y tirándolo al suelo, dejó el desorden para que alguien más lo limpiara.
Con una última mirada en el espejo, Cassie salió del baño tenuemente iluminado, subiéndose de nuevo a su taburete favorito mientras le hacía señas al camarero.
—Joe—dijo arrastrando las palabras, agitando dramáticamente una mano en el aire. —Otro trago, por favor. Ah, y aquí tienes tus tijeras.
Joe se acercó a ella, frunciendo el ceño mientras le arrebataba el objeto afilado de su agarre borracho. —¿De dónde sacaste estos?
Ella se encogió de hombros, tomando un último sorbo mientras terminaba la botella en su mano. —Los vi detrás del mostrador, los saqué de detrás del mostrador—señaló a su cabello, —voilá.
Al observar su estado actual, Joe le entregó a regañadientes otro trago de tequila, que cortó con agua con astucia cuando ella no estaba mirando, mientras se giraba para servir a otro cliente.
