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(Chapter forty two — kung fu fighting)
(Temporada cuatro — episodio seis)
MARK MIRÓ fijamente a Cassie mientras dormía pacíficamente, apoyando la cabeza en su pecho. Últimamente, se había alojado en su apartamento algunas noches a la semana, sin ninguna razón en particular. O eso dijo ella.
Estudió sus rasgos. Sus cejas, que casi siempre estaban fruncidas, estaban relajadas. Su respiración era uniforme, a diferencia de su naturaleza ansiosa habitual. Su rostro estaba desnudo, sin maquillaje a la vista.
Y pensó que ella se veía perfecta
Era consciente de que sentía algo por su mejor amiga. Pero acostado aquí, mirándola mientras estaba envuelta en sus brazos ...
Mark sabía que la amaba.
Quería decírselo. Quería ser más de lo que fueran. Solo tenía que encontrar el momento adecuado para sacar el tema.
Mientras Cassie estaba acurrucada en el abrazo de Mark, fingiendo estar dormida pero realmente en paz, estaba tranquila por primera vez en lo que pareció una eternidad. Su respiración era constante y todas sus preocupaciones parecían haberse desvanecido.
No sabía lo que había estado sintiendo últimamente. Eran amigos con beneficios, pero se sentía mucho más que eso.
Cassie suspiró suavemente, tratando de averiguar qué estaba sintiendo. Ella se preocupaba por él más que nadie, eso es seguro. Ella siempre esperaba con ansias despertarse junto a él, o verlo en el trabajo, o simplemente hablar con él en general. Obviamente hubo una atracción física, pero fue mucho más profunda que eso.
Cassie lo amaba.
Solo necesitaba descubrirlo por sí misma.
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CRISTINA Y CASSIE estaban en la cama de Meredith, la primera acostada con la cabeza en la almohada y la última tendida en la dirección opuesta. El dúo decidió jugar al terapeuta de su amigo obviamente atribulado.
—¿Cuáles son sus otros síntomas?—Preguntó Cassie, escribiendo en su libreta.
—Está bien—suspiró Meredith. —Está la cosa del padre ... la cosa de la madre ... la cosa de la hermana ... la cosa de morir y volver a la vida.
—Tienes demasiadas cosas—dijo Cristina.
Meredith frunció el ceño. Cassie también tiene muchas cosas.
La morena se burló. —No es el momento, Mer.
—Ella no se equivoca—Cristina se encogió de hombros, ganándose una mirada de la rubia.
