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(Chapter sixty seven — state love and trust)
(Temporada seis — episodio trece)
A VECES,CASSIE PIENSA QUE PODIA ESCUCHAR AL UNIVERSO RIÉNDOSE DE ELLA. Incluso después de una sesión bastante esclarecedora con su terapeuta, en la que le informaron que el cosmos en realidad no tiene la capacidad de reírse frente a genios de veinticinco años con graves problemas de compromiso, todavía no estaba del todo convencida. Incluso en la parte superior de su cabeza, podía recordar varias veces en las que escuchó cacarear bajando del cielo, un dedo humorístico apuntándola inculpatoriamente.
Ejemplo número uno, el día que su madre murió en una cama rígida de hospital, completamente sola, mientras Cassie esperaba en la fila para ordenar su pastel de cumpleaños.
Ejemplo número dos, esa vez en que una rubia psicópata manipuló a su pseudo-padre para que le propusiera matrimonio, disparó a Cassie y asesinó al mencionado pseudo-padre (en ese orden).
Ejemplo número tres, el día que su mejor amigo le prometió, en su cara, que la volvería a ver a pesar de que le enviaron a la guerra, y luego decidió que le atropellara un autobús veinte minutos después.
Y finalmente, el ejemplo número cuatro; caminando penosamente hacia el baño media dormida con pasos somnolientos, solo para ser recibida por un increíblemente presumido (y muy, muy desnudo) Mark Sloan.
Si no estuviera tan confundida, Cassie probablemente se habría reído junto con el universo de eso.
—¡¿Qué diablos estás haciendo?!— ella chilló, una mano disparada al aire libre mientras hábilmente evitaba mirar su... área. Otra mano se cubrió los ojos, los dedos rozaron el rímel del día anterior que no se había quitado la noche anterior. —¡sal!
Mark solo sonrió, imperturbable por la forma en que Cassie se negaba a mirar en su dirección. Él, sin embargo, notó el rubor en sus mejillas. Su sonrisa creció.
—Mi calentador de agua está roto. Callie dijo que estaría bien si usara tu ducha—se encogió de hombros con indiferencia, metiéndose debajo del chorro de agua (que Cassie ni siquiera había notado que estaba corriendo) y cerrando la puerta de vidrio. Cassie abrió un ojo y dejó escapar un suspiro de alivio por la niebla en el vidrio que cubría su mitad inferior. —Sabes, es de buena educación llamar a la puerta. Podría haber sido... indecente.
No se perdió el tono burlón que tenía su voz, ni la forma en que dejó suficiente espacio en la ducha para una persona extra.
—Solo...—Cassie hizo una pausa, la incomodidad filtrándose en sus huesos después de que los recuerdos de su última conversación regresaran con toda su fuerza. —Solo avísame cuando termines, necesito lavarme el cabello.
