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(Chapter thirty nine — a change is gonna come)
(Temporada cuatro — episodio uno)
—BLAIR, LENNON, PETERSON, XAVIER—UN RESIDENTE LEYÓ NOMBRES EN UN PORTAPAPELES, DE PIE JUSTO AFUERA DE EL CUARTO DE LOCKERS. Hizo un conteo rápido una vez que los cuatro internos llegaron frente a él, antes de señalar una estación de enfermeras al final del pasillo. —Ustedes cuatro estarán con la Dra. Harper.
Un pelirrojo larguirucho habló, levantando torpemente una mano en el aire mientras hacía su pregunta. —Um, ¿cuál es la Dra. Harper, exactamente?
El residente no se molestó en levantar la vista de su portapapeles cuando dijo: —La sexy.
El grupo frunció el ceño ante la respuesta, una vez más mirando hacia donde había señalado el residente. Efectivamente, en un mar de enfermeras y médicos, estaba Cassie, escribiendo en un gráfico con la cabeza vuelta en la dirección opuesta.
—Maldita sea—silbó un chino alto en voz baja, mirándola de arriba abajo desde lejos. —Me encantaría tocar eso.
Una bonita niña nepalí se burló del comentario y puso los ojos en blanco en el proceso. —Los hombres son cerdos—le susurró a la rubia del grupo, quien asintió con vehemencia.
El grupo de cuatro se dirigió a su residente, deteniéndose directamente detrás de ella en silencio y esperando a que ella se diera cuenta de su presencia. Habían estado allí durante unos treinta segundos, antes de que Cassie de repente se girara para enfrentarlos, haciéndolos saltar.
Ella entrecerró los ojos, haciendo que trague saliva nerviosamente bajo el severo escrutinio.
En orden de izquierda a derecha, señaló a cada uno de ellos mientras decía sus nombres. —Ryan Xavier, Rue Lennon, Lily Blair, Ollie Peterson.
El pelirrojo, Ollie, inclinó la cabeza hacia ella con sorpresa. —¿Cómo, eh, cómo ya memorizó ...?
—¿Te pedí que hablaras?—Cassie interrumpió, sus ojos pétreos se encontraron con los suyos. Fue a responder, pero ella lo interrumpió una vez más. —Pregunta retórica.
Los internos compartieron una mirada ansiosa, un poco asustados por su nuevo residente.
—Bien—se disculpó, —lo siento.
Cassie cruzó los brazos sobre el pecho y sonrió con confianza mientras comenzaba su discurso.
—Tengo cinco reglas—dijo. —Memorízalos. Regla número uno, no se molesten en adularme. Besar mi trasero puede ser grandioso para mi ego, pero no te hará hacer cirugías. Necesitas ganártelos.
Se apartó del escritorio, comenzando a caminar rápido por el pasillo. Se detuvo frente a un escritorio ordenado, lleno de múltiples objetos y paquetes de información.
