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(chapter thirty five — scars and souvenirs)
(temporada tres — episodio dieciocho)
nota: este capítulo cambiará entre las escenas de las sesiones de terapia de Cassie y la hora actual. Para evitar confusiones, ¡solo para que sepas que las escenas de terapia sucedieron antes que las demás!
—HOLA,— ESCUCHÓ CASSIE UNA VOZ NO FAMILIAR DECIR CUANDO LA DOCTORA ENTRÓ EN LA HABITACIÓN. Una mujer más baja, no mayor de treinta y cinco años y con un mono rubio, se sentó frente al sofá en el que estaba sentada Cassie. —Soy la Dra. Rainierson, pero puedes llamarme Rain. Es un placer conocerte, Cassandra.
Sonriendo cortésmente, la morena negó con la cabeza. —Solo Cassie está bien. Y es un placer conocerte también.
—Anotado. ¿Cómo te sientes hoy?
—Realmente bien, en realidad. Han pasado dos semanas desde mi cirugía, y el Dr. Burke dijo que me estoy recuperando mucho más rápido de lo que esperaba. No tengo dificultad para respirar, lo cual es una gran mejora con respecto a la semana pasada, así que eso es impresionante. Sí, estoy bien.
—Me alegra escuchar eso,— dijo la terapeuta con sinceridad.—Aunque, eso no es exactamente lo que quise decir. Pero lo sabes.
Cassie soltó una carcajada, con la mirada fija en la alfombra. —Estoy bien. De verdad. Solo un poco cansada.
Rain le dio una mirada que demostró que estaba muy consciente de la mentira, antes de sonreírle suavemente a su paciente.
—Muy bien, Cassie. Empecemos.
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CASSIE SE despertó, tiró su cabello en una triste excusa para un moño y salió de su habitación. Cuando pasó por la habitación de George, sintió una punzada de dolor. George se había mudado después de que él e Izzie se pelearan acaloradamente por Callie, y ahora la casa se sentía vacía.
Cuando fue a pararse en la puerta y enfurruñarse como lo había hecho durante los últimos días, se dio cuenta de que la habitación estaba llena de cajas ... y Alex.
—Oh, hola Cassie, —dijo Alex distraídamente cuando la vio, ignorando su expresión confusa.
Cassie miró a su alrededor. —¿Te mudas a la habitación de George?
—Sí.
Cassie giró sobre sus talones y abrió la puerta de la habitación de Meredith. Tenían un acuerdo silencioso de que Cassie y Cristina no tenían que tocar. Cuando entró, Derek y Meredith estaban profundamente dormidos, uno al lado del otro en el medio de la cama.
Con un suspiro, Cassie se arrastró hasta la cama y se acurruco entre los dos.
—Hola, —sonrió Meredith, volviéndose hacia Cassie.
