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(Chapter seventy One — shiny happy people)
(Temporada seis — episodio veintidós)
CASSIE SABÍA QUE SE VEÍA CALIENTE.
No todos los días se enorgullecía de su apariencia; bueno, era la mayoría de los días, pero últimamente no había pensado mucho en eso, ya que tenía problemas mucho más grandes que si se cepillaba o no el cabello. Pero con la ayuda ansiosa de Lexie y Callie más temprano esa noche, se las arregló para encontrar un vestido enterrado en la parte posterior de su armario que se consideró adecuado para devolverla a sus viejas formas de llamar la atención.
Suave satén rojo envolvía su cuerpo, similar al vestido que había usado en Navidad unos meses antes, el vestido que tenía a Mark prácticamente babeando a sus pies.
Sin embargo, este vestido era diferente. Se ajustaba holgadamente alrededor de su cintura, lo que le permitía espacio más que suficiente para comer los refrigerios elegantes que inevitablemente proporcionaría el servicio de catering de Derek.
Y por mucho que ella pudiera haber odiado absolutamente las tripas de Derek en este momento, él tenía un historial comprobado de conocer los mejores lugares para conseguir comida para gente rica, y Cassie planeaba aprovechar al máximo. Pero aun así, por deliciosa que fuera la comida, esa no era la única razón por la que Cassie planeaba asistir a la fiesta de 'Seis meses de ser el jefe' de Derek.
A pesar de lo egoísta que era todo el asunto a favor de Derek, en realidad estaba emocionada de ir; no por su falso hermano mentiroso, sino porque dondequiera que había un grupo de trabajo, también estaba Mark Sloan vestido con un traje en algún lugar cercano.
Y por suerte para Cassie, este traje era muy, muy bonito; literalmente se había tropezado con sus propios pies cuando entró en la casa de Meredith. Afortunadamente, Lexie la atrapó antes de que pudiera caer de cara al suelo de madera.
Sin embargo, había podido recuperarse rápidamente, ahora de pie frente a la barra, intercalada entre Alex y Lexie, quienes sostenían una copa de vino blanco.
(Cassie decidió ir con su tequila habitual).
—Deja de moverte— reprendió Cassie a Alex con los ojos en blanco, bebiendo el resto de su bebida y colocando el vaso en el mostrador detrás de ella. No había dejado de juguetear con la corbata alrededor de su cuello durante los últimos dos minutos, y estaba empezando a volverla loca. —Solo sonríe y actúa lindo.
—Soy lindo—, respondió, apretando y aflojando su corbata aún más dramáticamente. —Y odio las corbatas. Y ustedes dos están inquietas.
Cassie no se molestó en controlar el ceño fruncido confundido que le envió, sin entender a qué se refería. Alex imitó la expresión, sacudiendo la cabeza con una risa airada cuando le dijo: —No tienes nada de grasa.
