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(Chapter forty five — piece of my heart)
(Temporada cuatro — episodio trece)
—ALLÍ ESTÁ—MARK sonrió cuando vio quién entró por la puerta del laboratorio. Addison, que estaba de regreso en la ciudad desde Los Ángeles para un caso, lo saludó con la mano mientras se movía para pararse sobre su hombro.
—Solo vengo a revisar el colgajo de piel de mi paciente—dijo, comprobando su progreso.
—Increíble, ¿verdad?—se jactó, señalando en lo que estaba trabajando. —Saqué un par de células madre del bebé en el útero, seis semanas después, creció la piel. Como Dios.
—Este lugar es exactamente el mismo—se rió Addison. —Eres exactamente el mismo.
En ese momento, Cassie entró con una sonrisa en su rostro. Las cosas entre ella y Mark se habían vuelto un poco menos incómodas en los últimos días, aunque la tensión era más densa que nunca.
—Oye, Mark, te traje un poco de...—Cassie se interrumpió cuando vio quién estaba de pie en la habitación. —...Café.
Addison arrastró los pies. —Hola.
Lentamente, Cassie pasó junto a ella y dejó el café en el escritorio junto a Mark. Él arqueó una ceja, confundido como siempre. —Cass, ¿qué pasa ...?
—¿Hola?—Cassie se dio la vuelta y alzó la voz hacia la pelirroja, quien estaba sorprendida por su arrebato. —Te mudas a Los Ángeles sin ni siquiera un adiós, y tienes la audacia de decir ¿Hola?
Addison miró a Mark en busca de ayuda, quien estaba tratando de contener una sonrisa divertida. –¿Perdón?
—Te vas por meses, después de que finalmente superé todo lo que había pasado anteriormente, después de que prácticamente me suplicaste que te perdonara, sin decir adiós, y me dijiste ¿hola?
Cassie tenía los brazos cruzados sobre el pecho mientras miraba a la doctora.
Addison, que esperaba que esto sucediera, respiró hondo y se movió para sacar algo de una pequeña caja de cartón que había traído con ella.
Mark arqueó una ceja con curiosidad, antes de congelarse en su lugar en estado de shock una vez que vio lo que era.
Addison sonrió, metió la mano en la caja y sacó un pequeño gatito naranja, no más grande que el tamaño de una taza.
Los ojos de Cassie se abrieron tanto que parecía que iban a salir de su cabeza en cualquier momento.
—¿E-es eso para mí?—preguntó con cautela.
—Lo es—Addison asintió con la cabeza y se lo tendió.
Inmediatamente, Cassie saltó hacia ellos y tomó al pequeño gato en sus brazos, quien instantáneamente comenzó a ronronear ante el contacto.
