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(Chapter fifty five — sympathy for the devil)
(Temporada cinco — episodios once + doce)
CASSIE gimió cuando se dio la vuelta en la cama y golpeó la alarma para silenciarla. Durante las últimas semanas, Cristina, Meredith y ella se habían estado evitando como la peste después de su gran pelea, y ella estaba empezando a molestarse con el trato silencioso.
Unos días antes, Cassie y Meredith se habían reconciliado, principalmente porque, para empezar, nunca discutieron realmente entre sí. Cristina, en cambio, fue una historia diferente. A Cassie, terca como era, no le gustaba guardar rencores que no eran bien merecidos. Entonces, si tuvo que ser la persona más grande para recuperar a su amiga, eso es exactamente lo que planeaba hacer.
Saliendo de la cama y caminando hacia la cocina, pudo atrapar a Cristina justo antes de salir por la puerta.
—Hey.
—Um Hola.
—Si esperas unos minutos, puedo llevarte—propuso Cassie, enviando a su persona una sonrisa a modo de saludo.
—Oh, um—murmuró Cristina, arrojando su bolso sobre su hombro de todos modos. —Creo que estaré bien.—Se movió para abrir la puerta, pero se detuvo ante el sonido áspero de la voz severa de Cassie.
—¡Cristina Helen Yang, mete tu trasero aquí!
Cristina retrocedió lentamente, sorprendida por el arrebato. Cassie estaba de pie en el medio de la sala de estar, con los brazos cruzados y el ceño fruncido reemplazando la mirada amable que tenía unos segundos antes.
—Estoy tratando de ser amable—enfatizó Cassie, la frustración burbujeando en la superficie. —Estoy cansada de pelear, de evitar y de todos los sentimientos heridos. Mira, lamento decir que soy mejor que tú, ¿de acuerdo? Eso estaba fuera de lugar. Pero, no lo siento por decir que soy mejor maestra que tú, porque es verdad y tú lo sabes—Ella arqueó una ceja cortante, señalando a la chica frente a ella. —Está bien, ahora dilo.
—Yo... ¿que?
—Ve, comparte cómo te sientes. Y entonces todo esto puede terminar.
Cristina suspiró, arrastrando los pies hacia la habitación y dejando su bolso. —Bien. Lo siento.
—¿Por...?
Entrecerrando los ojos con irritación, Cristina respiró hondo. —Lo siento ...—Cassie siguió observando, un poco divertida. —Lo siento, um—hizo una pausa, burlándose de sí misma. —Sí, no. Eso es lo mejor que vas a conseguir.
Cassie pensó durante un largo momento, antes de encogerse de hombros cuando una sonrisa se apoderó de sus rasgos. —Eh, funciona para mí.—Giró sobre sus talones, regresando a su habitación para vestirse mientras gritaba por encima del hombro: —¡Estaré lista en cinco minutos!
