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Las despedidas nunca han sido buenas, despedirte de un ser querido por qué te vas muy lejos, decirle adiós al amor de tu vida, despedirte de tu mejor amigo.
Si, en ningún caso es algo bueno.
—¡Osama! Traje un jugoso filete, se que te va a encantar —grito intentando atraer la atención de su gigantesco felino, pero no recibió respuesta alguna, confundiéndolo un poco—. Hm... No está aquí, que raro, los sirvientes dijeron qué lo vieron venir por aquí ¡Bueno! Lo buscaré en el patio —sonrío ampliamente apunto de cambiar su rumbo en busca de su amado compañero, si no fuera por unos gruñidos que escuchó salir de una habitación.
Desconcertado camino al lugar donde escucho aquel gruñido tan extraño, su gigantesco amigo nunca había gruñido de esa manera o el no lo había escuchado. Unos pasos mas fueron suficientes para llegar a la entrada de la habitación, de manera gentil hizo a un lado la delgada cortina para poder observar el interior.
Con la mirada buscaba a su amigo, a primera vista no veía nada por lo que decidió adentrarse a la habitación, a unos metros de llegar al balcón encontró a su peludo amigo recostado ahí; exhausto, asustado, apagándose con cada respiración.
Kalim corrió a dirección de su amado tigre, abrazándolo con delicadeza, recostando su cabeza en su pecho dándole seguridad y cariño a su viejo amigo. Jadeos salían del enorme animal, le dolía, le asustaba. No comprendía que sucedía con su cuerpo o bueno, si lo sabia, pero no estaba listo aun para irse, no quería dejar solo a ese sonriente chico de albina cabellera, a su amigo amargado o ese raro chico que se unió recientemente.
¿Quién los protegería si el moría?, ¿Quién va a estar ahí para consolarlos cuando no pueden aguantar mas?, ¿Quién va a jugar con ellos?, ¿Quién va a estar con Kalim?
Hasta en su lecho de muerte se preocupaba por ese chico de albina cabellera, y sabia que la preocupación era mutua. Si el fallecía, le dolerá y no lo quiere ver sufrir.
—Oh amigo —acaricio la cabeza del felino en círculos, intentando relajar el cuerpo y mente de su compañero—. ¿Duele mucho? —un gruñido recibió como respuesta rompiendo su corazón. Sus ojos no demostraban tristeza, veían a ese animal con ternura y amor, sonriendo de manera dulce tranquilizando al contrario—. Vivimos muchas aventuras juntos, fueron los 12 años mas alegres de mi vida y todo gracias a ti, mi amado Osama —el nombrado poco a poco tranquilizaba su respirar mirando fijamente al albino con esos azules ojos—. Aun recuerdo cuando llegaste a esta casa, un cachorro de tigre blanco que me fue regalado en mi cumpleaños número cinco. Todos los problemas que cause para que te dejaran a mi lado —río recordando como se aferro al cachorro llorando junto a el—. Las veces que me salvaste la vida, nunca las olvidare. Si existiera una manera de volverte eterno lo haría, pero no se puede alterar el ciclo de la vida, vamos puedes marcharte en paz yo estaré bien, no te preocupes mas por mi. Te juro que estaré a tu lado en todo momento, no te dejare solo.
Acaricio la cabeza del felino observando como este poco a poco cerraba sus ojos, en ningún momento borro esa dulce sonrisa que le brindaba a su mas fiel amigo. Los minutos que le quedaban de vida en este mundo fueron llenos de amor, consuelo, anécdotas y ánimos del albino.
Quince minutos, los quince minutos que más deseaba que fueran eternos acabaron, llevándose la vida de su amigo consigo, el cuerpo sin vida del tigre se encontraba encima del albino, quien estaba desorientado. Espero, espero unos minutos mas antes de romperse ahí mismo, gritando con todas sus fuerzas intentando liberar el dolor que crecía dentro de su pecho, las lágrimas salían en abundancia, creando una cascada por sus mejillas.
Se aferro al cuerpo de su amigo, liberando su dolor, sus gritos atrajeron a dos chicos que se encontraban buscando a su amigo, observando aquella desgarradora escena.
—Kalim —hablo en voz alta llamando la atención del albino.
—¡Perdí a mi amigo, ____! ¡Lo perdí!
Ambos chicos se acercaron a el, para alejar al chico del cadáver, pero este se negaba a soltar a su compañero, el deseaba cumplir su promesa de no dejarlo solo.
Aun no quería dejarlo ir, no estaba listo.
Y así el mayor miedo de Kalim se cumplió, perder a su ser mas querido su mascota.
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Unos de mis miedos más grandes, perder a mis seres queridos y más a mis mascotas.
