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Hermanos, son esos integrantes de tu familia que son de tu edad o unos años mayores o, por su contrario, menores. Sea de edad que sea, al menos la mayor parte de la población posee uno.
Llegas a amar a esas personas mas que tu propia vida o las aborreces tanto que no soportas estar a su lado tanto tiempo, o simplemente te mantienes neutral.
La princesa del reino de Afterglow Savanna, la primera y única mujer de la familia Kingscholar, un tesoro para todo el reino, tanto que opaco hasta el mismo nacimiento del príncipe heredero, Farena Kingscholar.
Una vida perfecta, ser la preferida y el centro de atención de adonde vaya, es algo que la mayoría de nosotros mataría por eso, pero la menor de la familia Kingscholar eso poco le interesaba, y lo único que consumía por completo sus deseos de cumpleaños era una sola cosa.
El amor de su hermano, Leona Kingscholar.
—¡Hermano! —la pequeña niña se abalanzo a la espalda del contrario, derribándolo en el suelo—. ¡Te hice esto! —estiro sonriente un collar de las perlas negras que ella misma compro para el moreno.
—Quítate de encima mío —dijo molesto levantándose con dificultad de la caída anterior. La contraria soltó una risa nerviosa acatando la orden del moreno—. ¿Qué idiotez me regalaras ahora? —resignado se sentó en el pasto observando a la menor como sonreía de oreja a oreja.
—¡Esto! —le coloco el collar al moreno quien este espero a que la menor terminara de hablar— Me tarde mucho en encontrar un color que te quede tan bien, pero lo conseguí—el silencio inundo a ambos menores, Leona se quedo admirando por un momento el regalo de su hermana.
—¡Que estupidez! —grito fastidiado jalando el collar que tenia puesto rompiéndolo en el proceso—. ¡Odio que me des regalos, odio escuchar tu voz... ODIO TU SIMPLE EXISTENCIA! —declaro el moreno huyendo del lugar dejando detrás a una menor llorando herida.
