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—Ahora si te pasaste, ____ —sostenía el brazo de la femenina, que estaba completamente ebria.
—No te preocupes~ ¡Hip! Mi tío me esta cuidandooooo ¡No dirá nada! —alzó sus brazos golpeando la cara de su amigo.
—¡¡¡TU TÍO ESTA CONTIGO!!! —gritó asustado, conocía a la perfección el carácter del gemelo menor cuando se trata de su familia—. ¡Ya está, muerto!.
—¡TU TRRANQUILOHIP Y YO NERVIOSA! —hizo una seña de que guardará silencio el albino—. Mira~ Ya llegamoss.
—Victor toca —paró acomodando a la femenina en el sillón que se encontraba afuera de su casa.
—Aquí vamos —tragó en secó, acercando su tembloroso dedo al timbre.
—¡____, llegaste!~ —antes de que el albino tocará el timbre, el mayor abrió la puerta mostrando una enorme sonrisa.
—¡Señor Leech! —ambos chicos se exaltaron por la repentina aparición del mayor.
—Tío~ Hip —todas sus miradas se fijaron en la ebria chica—. Siii me disculpan~ —vómito a un lado, mientras el mayor regresaba de manera lenta su mirada al chico enfrente suyo.
—¡¡¡LO LAMENTO MUCHO SEÑOR LEECH, FUI AL BAÑO UN MOMENTO Y ELLA YA ESTABA BAILANDO EN LAS MESAS EBRIA!!! —se arrodilló ante el mayor, pidiendo perdón mientras juntaba sus manos.
—¡También fue mi culpa! —imitó la acción del albino, ambos chicos tenían la mirada baja y la levantaron cuándo escucharon un portazo.
—¿Sobrevivimos?.
El menor de los Leech llevó a su sobrina a su cómoda cama, sonriendo de lo graciosa que se veía ebria, pero cuando despierte hará demasiado ruido hasta hacerla retrocer, aparte de la dura plática que tendrá con él y su padre.
Esta vez, no tenía pensado tener piedad, ni con el soborno de tus tiernas miradas.
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