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El instinto de supervivencia, es algo que todo ser vivo tiene latente en su ser, por ejemplo, cuando un golpee fuerte suena muy cerca tuyo, ¿Qué es lo primero que haces?... Claro, huir.
Sobrevivir no siempre ha sido un termino especifico para los animales, y esto lo vivieron en carne propia nuestros protagonistas, ahora el problema no era el poco numero de integrantes que tenían, mas bien era algo que atentaba con toda la existencia de ese mundo.
La comida desaparece, el agua se contamina y los monstruos que fueron nombrados como amelk aumentaron drásticamente sus números, era el momento de volver a intentar reconstruir la sociedad, ¿No?
—Tengo mucha hambre —lloriqueo aferrándose con mas fuerza a la espalda del mayor, de sus ojos salían abundantes lagrimas por el dolor que le causaba su estomago.
—Resiste un poco mas, Cheka —dijo mirando de reojo al menor, la preocupación de todos iba en aumento por esos difíciles días que estaban pasando—. Ya casi llegamos, mejor duerme, así no te dolerá tanto el estomago —el contrario asintió con dificultad intentando dormir con esa agobiante hambre.
Los demás se brindaron preocupadas y cansadas miradas, no sabían si podrían sobrevivir otro día mas así, hace mas de un mes que la comida y el agua comenzaron a escasear, y lo poco que encontraban estaba contaminado de desconocidas sustancias. Hacían todo lo posible para que los dos niños del grupo se encontraran bien alimentados, aunque eso les cueste el alimento a los demás, pero todos llegan a su limite y los cinco chicos no solo estaban cansados, también hambrientos.
—Descansemos aquí —dijo observando a los dos chicos que cargaban a los menores—. Ustedes cuídenlos, nosotros nos encargamos de la comida.
—¿Estas seguro, Jamil? —pregunto desconfiado acostando con delicadeza el cuerpo del menor—. No has comido en días, no resistirías si un amelk aparece, mejor vamos nosotros y...
